Nacimiento
Los
meses pasaron mucho mas rápido de lo que la pareja hubiera imaginado, a pesar
de todo.
La
salud de Hisoka, en efecto, le hizo pasar muy malos ratos con aquel embarazo.
Estuvo muy estable hasta el tercer mes, en donde su cuerpo pareció asimilar y
aceptar el proceso, y por consiguiente, llevarlo a cabo.
Fue entonces cuando
empezaron los problemas.
Auténticos
dolores de cabeza, nauseas todo el día, el malestar general jamás pasaba. Y eso
sólo fue el inicio, pues después vinieron los mareos y desmayos constantes.
Tsuzuki, honestamente, estaba aterrado, aunque hacía lo posible por controlarse
le resultaba difícil, en cuando a
Watari, su lado de doctor sabía que aquello tenía todo el sentido del mundo, el
había hecho su proyección, y todo eso estaba dentro de ella.
Pero
su lado de amigo se sentía impotente por no poder hacer mucho para que el
embarazo fuese menos complicado, y también un poco culpable al saber que todo
aquello había sido a causa suya.
Pero
por otra parte, aun con las complicaciones, la pareja no se arrepentía de nada,
por el contrario, luchaban día tras día, aferrados a la imagen de tener a su
bebé pronto con ellos.
Hisoka,
incluso, habiendo escuchado pensamientos negativos en la mente de Watari y de
su pareja, trataba de reconfortarlos, recordándoles que él quería ese embarazo
y que cuando su bebé naciera, aquellos meses sólo serían recuerdos
insignificantes que quedarían enterrados bajo bellos recuerdos que tendrían con
ELLA.
Si,
porque Hisoka, a sus 7 meses de embarazo ya sabía todo lo que se podía saber de
su hija, incluyendo, por supuesto, su sexo.
Watari
tenía toda la razón con respecto al control que tendría Hisoka de la situación
gracias a sus poderes, lo cual, según el rubio, hacía balance con los pesares,
poniendo todo en cierto orden. Desde el 5to mes, Hisoka empezó a tener una
fuerte conexión mental con la prematura criatura, al punto que podía
monitorizar todo el proceso como si literalmente tuviera ojos, no sólo dentro
de él, sino dentro del mismo bebé.
Al
principio eran visiones muy borrosas y de hecho, en ocasiones, perturbadoras y
carentes de sentido, pero a medida que la niña se fue formando, todo empezó a
estabilizarse. Cuando el cerebro de la niña estuvo realmente formado, se
desarrolló casi inmediatamente un lazo muy fuerte entre ellos dos, era un
sentimiento maravilloso que, con las palabras de Watari, en definitiva, sólo
alguien con los poderes de Hisoka podría experimentar.
Hisoka
sentía que aquello era una luz que iluminaba en la tempestad de sus terribles
síntomas, y le hablaba de ello a Watari y a su pareja para que se distrajeran
de lo malo y tuvieran una visión positiva de todo.
A los
9 meses, Hisoka conocía a aquella criatura en su interior como si ya hubiese
nacido. No sabía como, pero podía comunicarse con ella sin palabras, claro que
las cosas que ella le “decía” siempre eran cosas muy pequeñas y primitivas, y
además de eso, le mandaba pensamientos, que al principio siempre eran como visiones
de su interior, las cuales no eran muy agradables para él pero la niña parecía
estar cómoda con eso.
De
hecho, Hisoka se sorprendió al saber, por parte de la misma niña, que ella se
sentía muy cómoda en donde estaba y era completamente inconsciente de que algún
día saldría, parecía creer que se quedaría ahí para siempre y estaba bien con
eso.
Esos
pensamientos eran oro puro para Watari y para sus contactos con los cuales el
compartía la información, en definitiva la información que habían podido recolectar,
proveniente de la misma niña, contribuiría muchísimo a la rama de la que
correspondía a los embarazos en general.
Pero a
parte de eso, Hisoka aprovecho su mismo poder para enviarle a ella sus
pensamientos de la misma forma, mandándole imágenes hermosas del exterior, de
la casa, del jardín, de los chicos y de su padre, del cual le hablaba mucho.
De esa
forma, poco a poco fue haciendo que la niña quisiera visitar esos lugares,
aunque ella parecía pensar que aun saliendo de donde estaba, y conociendo esos
lugares, siempre podría regresar. Hisoka había intentado explicarle muchas
cosas, incluyendo la realidad detrás de ese pensamiento, pero era poco o nada
lo que ella lograba entender a sus pocos meses de vida.
Al
final, hablándolo con Tsuzuki, decidieron dejar que la bebé pensase lo que la
hiciera sentir cómoda, ya que entendería todo cuando ya hubiera nacido.
En
cuanto a Tsuzuki, le hablaba y sobaba la inmensa barriga de su amor (la bebé
era muy grande) y con todo lo que Hisoka le contaba de ella, estaba perdido de
amor por su nenita, e impaciente por cargarla entre sus brazos muy pronto.
La
niña también lo quería mucho, su voz le gustaba, la entretenía y le gustaba
cuando sobaba la barriga de Hisoka, aunque pocas veces podía percibirlo (Eso
Hisoka lo sabía, pero había preferido no contárselo a Tsuzuki para no
desanimarlo y, por otra parte, porque el mismo disfrutaba el contacto).
Las
relaciones sexuales entre la pareja, lamentablemente, quedaron a un lado con
todos los malos síntomas de Hisoka y, por otra parte, teniendo una conexión tan
real con la niña, a ambos les resultaba terriblemente incomodo, ya que era como
tenerla al lado. Pero poco les importaba, ya que el sentimiento de estar los
tres juntos los hacía sentir completos.
La
niña era ignorante de todo lo que Hisoka pasaba y su situación, muy por el
contrario de la de su progenitor, no podría ser mejor. Su estado de salud era
envidiable, era fuerte y grande y, Hisoka no estaba muy seguro, pero algo le
decía que su conexión, esa vía por la cual se comunicaban, no había sido creada
por el solo y que ella tuvo que haber contribuido, en conclusión, ella debía
tener sus mismos poderes.
Cada
día era más la impaciencia de todos por que la niña naciera. Era algo
indudablemente extraordinario.
En
esos meses se habían acomodado como la familia que eran, el jefe les había dado
a ambos una habitación mucho más amplia, que había servido, hasta ese momento,
como sala de estar. La acomodaron para ser la pieza matrimonial.
En
cuanto a sus viejas habitaciones, la de Hisoka quedó deshabitada pero la de
Tsuzuki se convirtió en la recamara de la bebé, ya que era la mas próxima a la
habitación matrimonial.
En
efecto, el jefe había mandado a Tsuzuki a hacer varios trabajos en el mundo de
los vivos, siempre relacionados con muertes, ya que esos están ligados a su
departamento y se podían conseguir permisos del Centro Espiritual. Ahí, el jefe
y Watari tenían varios contactos que, enterados de la increíble situación, se
movieron sin protestar.
Con
esos trabajos, mas el salario como shinigamis de ambos, se hicieron de un
capital con el cual amueblaron su nuevo nido de amor, y por supuesto, la
habitación de la bebé que era la que cualquier niña pudiera desear. Lo tenía
todo. Y con la exactitud que Hisoka tenía del tamaño y la contextura de su
hija, estaban seguros que todo le quedaría como un guante.
En la
recamara de la niña había una hermosa cama pero sabían que la bebé no dormiría
en ella, al menos no en los primeros años o hasta que estuviera lista. Por
ende, su verdadera cuna yacía en la habitación de la pareja.
A
todas estas, todos en la casa, incluidos ellos mismos, se referían a su
habitación como “la habitación matrimonial” de la casa pero ellos no estaban
casados todavía, aunque no había sido por falta de ganas…Pero no habían hablado
de eso hasta ese 16 de Noviembre, que nadie en la casa olvidaría jamás.
Ya era
de noche.
Ambos
de encontraban en la habitación matrimonial, específicamente en un sofá café
que hacía juego con otros dos muebles y una mesita de vidrio muy elegante.
Hisoka se hallaba casi recostado, apoyándose en el brazo del mueble, ya que con
su enorme barriga de ya 10 meses, le era casi imposible sentarse.
Era
curioso, los síntomas se habían reducido casi totalmente a mediados del 9no mes
y ahora se encontraba en calma, sin ningún malestar, como si su cuerpo ya se
hubiera acostumbrado a su pequeña huésped.
Estaban
contentos y ansiosos. Watari, desde ya hacía semanas tenía todo listo para que
la bebé naciera en cualquier momento, y ya teniendo los 10 meses sabían que las
posibilidades eran grandes.
En la
mesita de vidrio habían dos generosos vasos de jugo de manzana y un plato que
antes estaba repleto de envueltos de queso derretido (ya sólo quedaban unos
pocos), además, Hisoka tenía en su mano galletas de maicena, que habían sido
uno de sus antojos más usuales.
Galletas
con envueltos y jugo de manzana, Hisoka sabía que era una terrible combinación
pero a su niña parecía encantarle y por consecuente, a él también.
Mientras
comían, hablaban de cosas triviales. Desde comentarios graciosos o interesantes
de los demás miembros de la casa, hasta, por supuesto, cosas del bebé. En un
momento dado, Tsuzuki lo tomó cariñosamente de una mano.
- Hisoka, yo sé que no eres muy fan de las
cosas cursis, pero…¿has considerado que nos casemos? −
Hisoka abrió los ojos como platos mientras de comía una galleta y sentía
que el calor subía a su cara
- ¿Casarnos?
− Dijo tras terminar de comer la
galleta, y sin esperar un segundo, se metió otra a la boca
- Bueno, ya estamos esperando a una hija, y
vivimos juntos y todo. ¿No te gustaría?
− Hisoka terminó de comerse otra
galleta y aguantó sus grandes ganas de comerse otra inmediatamente.
A la
niña en verdad le gustaban esas galletas.
- Pero, ¿Podríamos? Digo, ni en el mundo de
los vivos dos hombres pueden casarse, por lo menos no en Japón. Y no sé que
clases de reglas existen para eso en este mundo, ¡De hecho no sé si hay
reglas! − Hisoka colocó una mano en su barriga (La que
antes tenía Tsuzuki agarrada) y se movió un poco alzando su brazo libre para
tomar un envuelto de queso, Tsuzuki terminó pasándoselo.
Hasta
embarazado, su amado era orgulloso.
- Pues, no lo sé −
Admitió Tsuzuki − Pero no me importa…− Esta vez, Tsuzuki tomó sus dos manos entre
las suyas. Había un tono esperanzado, un poco infantil en su voz.
Hisoka
quedó hipnotizado con los ojos purpuras de su amante.
- No importa si no es legal, con una
simulación me basta. Sólo ese recuerdo…−
Dicho eso, Tsuzuki metió su mano en el bolsillo de su saco y sacó una
hermosa cajita blanca. El corazón de Hisoka se aceleró con solo verla −
Hisoka, ¿Te casarías conmigo? − Los ojos de Hisoka se abrieron como platos.
Que
ridículamente cursi podía ser su amado.
- Idiota, no debiste haber gastado en esto…− Dijo Hisoka, volteando hacia otro lado,
tratando de disimular su emoción, pero Tsuzuki no paraba de sonreír, esperando
la obvia respuesta de su amado. Hisoka volvió a mirarlo y esos ojos purpuras no
lo dejaron disimular más. Le sonrió − Por supuesto que acepto −
Tsuzuki puso sus brazos rápidamente, pero con cuidado, en el sofá,
alrededor de la barriga de su amado, y lo besó apasionadamente.
Luego
de unos minutos de puros y amorosos besos. Se separaron y Tsuzuki abrió la
cajita, mostrando un lindo juego de anillos plateados.
- Espero que te quede −
Dijo, sacando uno de los anillos, el más pequeño de los dos.
Tomó
la manita de Hisoka y le colocó el anillo despacio. En cuanto entró por
completo, ambos se miraron con los ojos abiertos como platos mientras el sofá
se llenaba de un espeso líquido transparente.
- ¡Watari!
− Dijeron casi al unísono
………
En el
pasillo que estaba afuera del consultorio de Watari, Tsuzuki caminaba de un
lado al otro preocupado. Sabía que Hisoka no podía morir pero la niña, ella
estaba viva, y la amaba tanto como amaba a Hisoka, no soportaría perderla.
Watari
lo había tranquilizado diciéndole que el tiempo era muy bueno, ya que ya habían
pasado los 10 meses y la fuente se había roto de una manera completamente
normal. Sin embargo, también le había dicho que el parto duraría muy poco, ¡y
ya llevaban casi una hora ahí dentro!. Sus pensamientos lo estaban carcomiendo.
- Tranquilo, Tsuzuki. Watari sabe lo que
hace −
Le dijo el jefe, tomándolo del hombro. Tatsumi también estaba presente,
dándole apoyo moral.
El
antiguo reloj que estaba en el fondo de aquel poco iluminado pasillo, y cuyo
tic-tac no ayudaba en nada a calmar los nervios de Tsuzuki, apuntaba las 10 y
16 minutos.
Por
otra parte, en la pequeña habitación dentro del consultorio de Watari, se
libraba una autentica batalla. Hisoka estaba recostado y su barriga estaba
descubierta, sin ninguna grieta, ya que la cuarta que Watari habia hecho ya se
había cerrado por completo, sin dejar ningún rastro de haber existido.
El
cuarto intento fallido. Tanto Watari como Hisoka ya estaban cansados.
Watari sabía
lo que hacía, sin embargo, el lazo que conectaba a la niña con Hisoka,
aparentemente no era sólo mental, sino que se había materializado, y la niña lo
estaba utilizando, ya que no quería salir de donde estaba.
Hisoka
trataba de mandarle sus imágenes del exterior, para convencerla de que era un
lindo lugar, pero en esa situación era difícil. Demonios, el pensaba que ya la
había logrado convencer meses atrás. La niña ejercía mucha energía que impedía
poder salir del cuerpo de Hisoka antes de que la grieta se cerrara.
En
definitiva, no estaba fácil.
Por
otra parte, afuera de la casa, parada en el césped del jardín de Tsuzuki, se
hallaba una criatura sobrenatural observándolo todo. Con sus rojos y peculiares
ojos, veía a través de las paredes de la casa, viendo al preocupado padre
pegado a la puerta del consultorio tratando de escuchar algo, y otros dos
sujetos tratando de tranquilizarlo. Y también veía al medico, y al padre
embarazado.
Pero
para ella todos eran como adornos alrededor de lo que realmente le importaba:
la niña.
Aquella
criatura, que no era ni humana ni espíritu ni shinigami, tenía el aspecto de
una bella mujer, cuyo cabello era largo y negro como la noche, y bailaba con la
brisa de aquella fría noche. Sus labios estabas pintados de un espeso rojo
sangre. Sus uñas eran puntiagudas y estaban hechas de acero.
Pero a
plena vista su aspecto era ordinario, estaba vestida con una blusa roja y un
blue jean que le llegaba a la cintura, y un sobretodo marrón como sus botas.
La
criatura miró su pequeño y plateado reloj, que colgaba de su mano izquierda.
- 10 y 34…−
Murmuró para ella misma, para luego volver a fijar su vista en la
pequeña habitación del consultorio de Watari, preguntándose a cuanto tardaría
la niña para nacer.
La
verdad, ella tenía otros trabajos esa noche.
………
- Bebé, escúchame por favor. El exterior es un
hermoso lugar, te va a encantar y todos aquí te queremos mucho…− Hisoka trataba de hablar con la niña, y
convencerla de cooperar, pero ella no quería, incluso estaba aterrada.
- Hisoka, escúchame. Relájate y tomémonos un
respiro, no estamos llegando a nada − Le dijo Watari con una sonrisa y los ojos
cerrados. Gotitas de sudor decoraban su rostro.
Hisoka
asintió sobándose su barriga. Que situación tan estresante. Por un lado estaba
enojado con la niña por no cooperar en lo absoluto, pero por otra parte sabía
que era apenas una bebé, no podía entender nada, y era lógico que no quisiera
salir de su zona que confort.
Le
dolía el no poder consolarla, y hacerla entender que el mundo la estaba
esperando.
Estresado
como estaba, cada vez le era más difícil enviarle imágenes bonitas del
exterior. Y, al igual que Watari, también estaba exhausto. Decidió hacer caso
al consejo del doctor y se tumbó por completo en la cama sin hacer ninguna
fuerza (Antes estaba sujetando su cuerpo con sus codos).
La
barriga le parecía más grande que nunca.
Cerró
los ojos e intentó descansar. Watari se sentó en un sillón que estaba en la
esquina de la pequeña habitación. Las luces, como todas en la casa, no
alumbraban demasiado, y ambos se permitieron unos minutos de descanso.
- Watari, ¿Me haces un favor? − Dijo
Hisoka, luego de unos minutos, aun con los ojos cerrados.
Watari
abrió los ojos en cuanto los escuchó.
- Claro, dime
- ¿Puedes ir a decirle a los chicos lo que
pasa y que estamos bien? Tsuzuki debe estar al borde de un infarto…− Watari escuchó y luego sonrió. Una sonrisa
que Hisoka no vió ya que nunca abrió los ojos.
- Claro que sí, enseguida vuelvo − Watari
se levantó y se dirigió a la puerta.
- Ah y Watari…− Dijo Hisoka antes de que se fuera. Watari se
quedó clavado en la puerta.
- Si, dime
- Tsuzuki seguramente querrá entrar. Dile que
yo dije que no − Watari solo sonrió
- Claro…
Salió
de la pequeña habitación cerrando la puerta.
Quedando
solos, tras unos segundos, Hisoka, convencido que tratar de convencerla era
inútil, sólo se comunicó con ella para verificar como estaba.
La niña le
transmitió sus miedos y que no quería separarse de él.
- ¿Recuerdas a tu padre? ¿El que te habla a
veces? − Ella no entendía sus palabras, pero hablar
lo ayudaba a comunicarse con ella a través del lazo − El
está allá afuera, esperándote, ambos lo estamos bebé.
La
niña no le transmitió nada por unos segundos. Tanto así que Hisoka hizo una
revisión para verificar que estaba bien. Efectivamente estaba bien pero el
corazón de Hisoka se arrugó al ver que estaba muy asustada.
- Todo va a estar bien, bebé. Solo tienes que
confiar en nosotros − Mientras decía esto, Hisoka no pudo evitar
que una lagrima se deslizara por su mejilla.
Recordó
lo que sentía cuando estaba vivo y se enfermaba a gravedad, sentía que nunca se
recuperaría, se sentía impotente y pequeño. Exactamente de esa forma se sentía
en ese momento. No sabía que más hacer, ella no entendía, era sólo una bebé y
le dolía el miedo que ella tenía…
Claro
que no le mandaría ningún pensamiento negativo.
- Listo, ya les dije. Tuve que decirles rápido
porque Tsuzuki estuvo a punto de entrar a la fuerza −
Dijo Watari entrando y cerrando la puerta, para luego dirigirse
nuevamente al sillón.
- Watari…
- ¿Si?
− Hisoka miró a la nada por unos
segundos
- Ayúdame a levantarme − Su
voz era firme
- ¿Qué?
- Si, ayúdame a levantarme. Es inútil, ella no
va a nacer hoy − Dijo Hisoka tratando de levantarse por si
sólo
Watari
corrió a ayudarlo.
- Pero no puedes quedarte con ella, ya la
fuente se rompió y si no nace….
- No pasa nada. No soy una mujer para que
nazca naturalmente, a juro tiene que ser con la operación y sin la operación
ella solo se quedará ahí
- No es tan sencillo, Hisoka. Ella seguirá
creciendo y ese tamaño que tiene ahora es el máximo que tú puedes soportar…
- Bueno…−
Hisoka lo miró resignado − ya veremos que se puede hacer mañana. Estoy
cansado. Además, soy un shinigami, por lo menos no me va a matar
Watari
lo miró con lastima y lo ayudó a sentarse lo mas que pudo, sacando sus piernas
de la cama.
………
- ¿Por qué mi niña no quiere nacer? ¡Me quiero
morir!
- Ya estas muerto −
Respondió Tatsumi a los berrinches de Tsuzuki, quien estaba perdiendo la
razón
- Tsuzuki, tu…− El jefe estuvo a punto de decirle algo para
calmarlo pero una presencia en el pasillo acaparó la atención de los tres.
Todos
la vieron perplejos, ¿Quién era y cómo carajos había entrado?
- ¿Y tu quien…? −
Tsuzuki estuvo a punto de interrogarla pero fue detenido por el jefe,
quien lo agarró por el hombro y se acercó un poco a ella
- Buenas noches, Dama Alter. No sabía que
alguno de ustedes vendría personalmente, de haberlo sabido, habría hecho
preparativos
- No era necesario, no me quedaré por mucho.
Pero era muy necesaria la presencia de alguno de nosotros, ya que este
acontecimiento es uno nunca antes visto, y todos los acontecimientos de ese
tipo nos conciernen…Sin embargo, he visto que tienen dificultades con la niña,
voy a entrar y ver en que puedo ayudar − La criatura era ciertamente odiosa, pero
había algo humano en su voz.
Tsuzuki
no entendía lo que estaba pasando pero en cuanto escuchó que entraría, sus
defensas se activaron.
- Nadie puede entrar, ni si quiera yo que soy
el padre, esa fue la orden del doctor − Al escuchar eso, la criatura sólo sonrió
- Jejeje por favor perdónelo, Dama Alter. El
no sabe que es usted − Le dijo el jefe, algo nervioso
- Es lo correcto, mientras menos gente sepa de
nosotros mucho mejor. No se preocupe, ahora, si me disculpan caballeros.
La
criatura hizo caso omiso de Tsuzuki y se acercó a la puerta, girando el tomo
con tanta fuerza que rompiera la cerradura, lo cual no la perturbó en lo
absoluto y se adentro a la habitación a paso calmado.
Tsuzuki
no entendía nada pero no iba a permitir que una criatura desconocida se
acercase a su familia sin que el estuviera presente. Pasó rápido al
laboratorio. Ella ya estaba abriendo el pequeño cuarto.
………
- Jefe, no entiendo. ¿Quién es ella? −
Preguntó Tatsumi, tras haberse quedado ambos solos en el pasillo.
- No quien, que. Se trata de una criatura
proveniente de un mundo completamente lejano al que conocemos, pequeño, en
realidad. Pero que contiene un poder inigualable. Aquellos que lo habitan son
los desgraciados cuyos nacimientos o muertes rompieron los hilos que unifican
el mundo de los vivos y el de los espíritus. No pertenecen a ninguno de los
dos, ni al medio de ambos, que somos nosotros…
- ¿Romper los hilos?
- Conozco a muy pocos Alter, pero todos ellos
tienen una fea historia que contar de antes de su llegada al mundo en donde
habitan los Alters, a veces son muy cortas pero siempre feas.
- ¿Y como se llama ese mundo?
- Tiene muchos nombres: El fuerte, El puerto,
El centro…Ninguno es exacto, ya que nadie a excepción de ellos lo ha visto, y
ellos no hablan mucho.
- Entiendo…
………
- Llámenme Dama Alter, los he estado
observando desde que todo empezó y creo poder ayudarlos. Puedo contrarrestar
los poderes de la niña con los míos sin lastimarla.
- No, nosotros no sabemos ni siquiera quien es
usted − Hisoka se resistía tanto a la idea como la
niña a nacer
- Dijo que no, señora −
dijo Tsuzuki. La criatura ya estaba perdiendo la paciencia
- Chicos, lamento no ponerme de su lado pero
creo que debemos intentarlo − Dijo Watari, recibiendo las miradas de odio
de la pareja − Jejeje no me vean así, créanme que sólo
estoy pensando en lo mejor para
ustedes, así como también deben creerme que si
ella viniera para algo malo, ya lo habría hecho y nada podría evitarlo
La
pareja la miró de nuevo. Tenía cara de pocos amigos.
- Escúchenme, podemos terminar con esto de una
vez por todas. Ustedes quieren que su bebé nazca y yo tengo otros lugares a
donde ir antes de que se hagan las 12, razónenlo.
La
pareja se miró, como buscando respuestas en los ojos del otro. Al principio
ambos se miraron cómplices pero luego suavizaron la mirada. No tenían otra
opción.
Voltearon
hacia ella, asintiendo.
- Bien…−
………
En el
pasillo, al jefe y a Tatsumi se les aceleró el corazón en cuanto se abrió la
puerta. Era Tsuzuki.
- ¿Qué pasó?
− Tsuzuki tenía cara de pocos
amigos
- Ella…va a intentarlo. Yo…no sé si es lo
correcto pero…− Tsuzuki se veía serio
pero triste
- Es lo correcto, Tsuzuki. No te preocupes.
Estas criaturas son poderosas pero son esclavas también. Vienen a hacer su
trabajo y se van. Si ella viniera a hacer algo malo ya lo habría hecho −
Dijo el jefe sosteniéndolo del hombro
- Eso mismo dijo Watari…− Dijo casi en un susurro Tsuzuki.
En
verdad esperaba estar haciendo lo correcto.
………
Desde
afuera de la casa, unas brillantes luces, rojas y amarillas, salieron desde las
ventanas del consultorio de Watari. Luces tan poderosas que parecían cortar el
aire como rayos laser.
La luz
brillante se colaba por las rendijas de la puerta que conectaba al consultorio
con el pasillo en el cual estaba los 3 hombres expectantes.
10
minutos.
Fue el
tiempo que las luces duraron, para después ir bajando su intensidad hasta
desvanecer por completo y fue cuando, finalmente, los hombres en el pasillo
escucharon el glorioso y escandaloso sonido del llanto de una hermosa y sana
niña.
………
En la
pequeña habitación del consultorio, Hisoka respiraba agitado y cansado, pero
inmensamente feliz, su hija finalmente había nacido y ese escandaloso sonido,
del llanto de la niña, que retumbaba en toda la casa, en ese momento era música
para sus oídos.
El que
más escuchaba ese sonido era Watari, que la tenía en sus brazos, bañándola en
una ponchera redonda con agua tibia.
- Ya bebé, ya pasó. Ya pronto estarás
limpiecita, ¿Acaso el agua no esta rica?
− Watari trataba de calmarla
pero la niña no cedía.
Imaginaba
que debía estar furiosa porque la habían vencido. Supuso que al final, se
parecería a Hisoka en carácter.
En
cuanto a la criatura, estaba apoyada en la pared observándolo todo con cierta
antipatía. Aunque debía admitir que todo había salido mejor que como ella lo
hubiera esperado.
Miró
su reloj nuevamente, 11:05 pm. Se las arreglaría.
La
puerta de la habitación se abrió y los gritos de alegría de Tsuzuki los
anunciaron. Tsuzuki se fue directamente a abrazar a su amor, quien no pudo
fingir molestia, ya que moría por tener a su pareja a su lado, y en el parto se
arrepintió mucho de haberle pedido que se fuera.
Claro
que nunca se lo diría.
- Bien tortolos, aquí esta su hermosa
niña −
Limpia y cubierta con una manta, Watari puso a la niña en los brazos de
Hisoka.
Seguía
llorando pero sin duda ya se estaba calmando. Tsuzuki acarició su barriguita
sonriéndole y Hisoka acarició sus dorados cabellos.
- Bienvenida al mundo, Misaka − La
suave voz de Hisoka y las caricias de ambos, parecieron serle familiar a la
niña, quien disminuyó su llanto hasta dejar de llorar por completo, devolviendo
la calma a la habitación.
Tras
dejar de llorar, la niña jadeaba levemente y se quejaba, moviéndose
erráticamente en los brazos de Hisoka. No había abierto los ojos desde que
nació.
Pero
sus padres la seguían acariciando y mimando con mucho cariño, diciéndole cosas
bonitas. Watari, Tatsumi y el jefe sólo observaban expectantes. Todos en la
habitación, incluida la Dama Alter, estaban esperando que la niña abriera los
ojos y viera el mundo que la rodeaba.
Fue
unos minutos después, que la niña se calmo por completo y lentamente abrió los
ojos, mostrándoles a todos una versión femenina y mas grande de los ojos de
Tsuzuki. Intensamente morados y preciosos.
Todos
se alegraron y empezaron a decirle cosas bonitas a la niña y a hacerle caras
para animarla. A la niña la abrumó al principio, pero luego pareció integrarse
y rió por primera vez, con todos ellos.
La
Dama Alter supo que ya era hora de irse y sonrió para sí misma. Hacía
muchísimos años desde la ultima vez que había visto una escena tan conmovedora.
Se
acercó a paso lento y sereno e hizo a un lado al jefe, a Tatsumi y a Watari,
poniéndose justo al frente de la familia. La pareja la vió expectante.
Ella
alzó su dedo índice, como señalando al cielo, y luego dirigió su dedo a
la
niña, colocando la punta de su filosa uña de acero justo en el centro del pecho
de la niña, quien sólo la vió curiosa, pero luego, extraña y contrariamente a
lo que todos esperaban, que era que la niña se pusiera a llorar, esta sólo le
dedicó una autentica sonrisa.
La
criatura le devolvió la sonrisa y nunca dejó de mirarla fijamente a los ojos.
- Volveremos a vernos, Misaka −
Tras decir eso, apartó su dedo y se dirigió a la pared, traspasándola y
apareciendo en el jardín.
Tsuzuki
se asomó por la ventana, buscándola con la mirada hasta encontrarla.
- ¡Espera! ¿Cómo es eso que volverán a verse?
¿Volverás? − Tsuzuki le gritó, intentando obtener alguna
respuesta, pero la criatura solo alzó su mano en señal de despedida.
El
jefe sonrió resignado. El sabia perfectamente a que se refería la criatura, lo
había sospechado desde el inicio de aquel embarazo, pero no veía sentido en
preocupar a la feliz familia por cosas que no tenían remedio, además sabía que
Misaka llenaría la casa de mucha felicidad por muchos años hasta que la Dama
Alter volviese.
Ya
verían entonces.
- Estoy seguro de que no se refería a nada
importante, esas criaturas son así, melodramáticas −
Dijo el jefe extendiendo sus brazos
− No perdamos mas tiempo
pensando en ella, Tatsumi acompáñame a buscar unas botellas y unas copas, hay
que celebrar, ¡hoy no es cualquier día!
− Entonces los ánimos volvieron
a la habitación.
Todos,
a excepción de la bebé bebieron licor esa noche, incluso Hisoka bebió un trago,
claro que ninguno se excedió ya que estaban en presencia de una bella bebé viva
y era mejor no tentar a su suerte. Las risas y los comentarios positivos no
faltaron esa noche, todos estaban de muy buen humor, y completamente encantados
con la niña quien, habiéndose acostumbrado al mundo exterior, se sentía cómoda
y no paraba de reír y juguetear con ellos.
Y
desde entonces, vinieron muchos años de pura vida para la casa de los
shinigamis.
Azumi Seguchi, 23/03/2017
Nota: Sin dudas, mi capitulo favorito. Gracias por leer!
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