Amor intergaláctico - Capitulo 2


Key


Al día siguiente, con su convertible negro, el cual estaba muy diferente a como lo había comprado (Lo había modificado hasta el punto en que podía navegar e incluso volar), se dirigió a Teresa Waltz.

Quedaba a 4 horas de Ciudad Gótica.

Teresa Waltz era conocido por ser un pueblo grande. El asfalto era antiguo y el turismo consistía en la recreación de la cultura de la edad media. Mientras mas cerca estuvieses del centro, mas cosas antiguas veías, gente vestida de época, casas enormes y coloridas, gente vendiendo dulces y adornos artesanales…

Honestamente, a Damian no le gustaba.

Casi pierde la paciencia y atropella a alguien al llegar al centro, pues las personas caminaban por la carretera como en un bazar. Decidió tomar un desvió y aventarse al mar.

Navegó rápidamente, rodeando la ciudad. No recordaba exactamente en donde estaba la fortaleza del extraterrestre pero si tenía un aproximado, además, siendo la fortaleza tan grande, se podía ver de lejos.

Efectivamente, en unos segundos pudo verla.

Se detuvo al lado del precipicio que quedaba atrás de la fortaleza. Ancló cuerdas profesionales y empezó a escalar. Llegó atrás de la fortaleza y, a sabiendas de que el extraterrestre tenía una fortuna en pura seguridad, se ubico en un lugar, entre las montañas, en donde podía espiarlo sin correr riesgos.

Por supuesto, no tenía la intensión de quedarse observando la fortaleza todo el día.

Si el extranjero no salía, él entraría.

Poco a poco se fue acercando, buscando un punto ciego por el cual pudiese entrar pero cuando estuvo a punto de ingeniarse algo, la puerta principal se abrió.

Cuando el extraterrestre salió, Damian se ocultó más.

O la ropa del planeta hermano era muy similar a la humana, o el extraterrestre estaba buscando adaptarse al mundo humano. Lo cierto era que el extranjero cargaba puesta una holgada camisa blanca, encima de un pantalón sencillo, marrón, con muchos bolsillos, con herramientas de jardinería en ellos y unas enormes botas de campo negras.

En su cabeza, cargaba un gorrito blanco del cual sobresalían sus suaves mechones de pelo y en sus manos, las cuales estaban cubiertas por enormes guantes marrones, cargaba dos enormes baldes de agua.

A medida que caminaba, las puertas se abrían. Damian podía verlo porque luego de la entrada, el techo era como el de un invernadero, transparente.

El ser hermano salió de la fortaleza y subió por el bosque a un punto en donde Damian seguía viéndolo pero de lejos. Observó como la criatura colocó los baldes en el piso y se sentó bajo un árbol. Sacó una maquinita blanca de uno de los bolsillos de su pantalón y usó un alicate, aparentemente humano, para romper la antena del aparato, haciendo que este se abriera y vertiera un polvo blanco en su mano.

Se levantó y vertió el polvo en los baldes de agua y luego de unos minutos, regó las plantas a su paso.

Damian sólo observaba pacientemente.

Habiéndosele agotado el agua, el extraterrestre sólo observó las plantas. Como verificando. Y en algunas ocasiones se agachaba a mirar curioso alguna planta llamativa.

Damian no podía creer el entusiasmo que aquella criatura tenía por cosas tan insignificantes. Pero reflexionó pensando que era como un humano que va a Marte, todo allá sería fascinante. Aunque él no se comportaría de ese modo.

El extraterrestre volvió a la fortaleza y Damian decidió irse también, tenía hambre. Volvería al día siguiente.

Se quedó en una pequeña posada en Teresa Waltz, comió comida local y durmió toda la noche. Pensó mucho en como podría entrar a su casa y estaba considerando utilizar un método inusual, con el presentimiento de que se trataba de una persona inofensiva.    

Damian regresó pasado el mediodía.

El tardó en salir y cuando lo hizo, cargaba un carrito con jaulas en donde tenía una gran variedad de insectos y animales pequeños. Esto llamó la atención de Damian, preguntándose que pensaba hacer con ellos.

El extranjero sólo caminó un poco con el carrito y uno por uno, los fue liberando.

Cuando ya casi los había liberado a todos y con la probabilidad que había de que aquel ser se metiera en la fortaleza y no saliera hasta el día siguiente, Damian decidió llevar su plan a cabo.

Tomó sus cosas y corrió rápidamente hacia la fortaleza, lo menos silencioso posible.

El extraterrestre, al escuchar el sonido y sentir que se dirigía a su casa, tal y como Damian lo había planificado, corrió a la fortaleza.

Llegó antes de lo que Damian hubiera esperado pero cuando llego, éste ya estaba recostado en el umbral de la fortaleza.

Entonces ambas miradas de cruzaron por primera vez.

Aquella criatura era incluso más grande de cerca que lo que Damian había imaginado. En cuanto al extraterrestre, sólo lo miraba curioso.

  -  ¿Qué? ¿Nunca habías visto a un humano?   -   Le preguntó Damian mientras sonreía pícaro

El extraterrestre dijo algo pero Damian sólo escuchó palabras en otro idioma, de las cuales, algunas silabas eran inaudibles para el oído humano.

  -  ¿Qué?    -   Damian lo miró confuso

El extranjero sacó unas esferas negras, pequeñas como perlas, de uno de los bolsillos de su pantalón. Se quedó con una y guardo las demás para, acto seguido, acercarse lentamente a Damian con las manos en alto, en señal de que no planeaba atacar.

Damian, de momento, no supo que hacer. Aquello no lo había previsto. Pero en vista de que el tipo no parecía querer herirlo, decidió seguir con su plan.

La criatura le ofreció la perla y con señas le indicó que se lo pusiera en la oreja.

Damian miró la pequeña maquina desconfiado pero terminó haciéndolo. Le dolió la nuca unos segundos pero pasó.

  -  ¿Estás bien?   -   Damian había escuchado ese mismo extraño idioma pero su cerebro había entendido lo que quería decir, tanto que hasta había creído escuchar las palabras en su idioma.

  -  Si…¿Se trata de un traductor?   -   El enorme hombre se acercó y lo tomó por los hombros con sus enormes manos.

Damian lo alejó de forma defensiva.

  -  Lo siento, nunca había estado tan cerca de un ser humano   -   Dijo el extranjero dando unos pasos para atrás mientras le dedicaba una sonrisa sincera, un poco aniñada.

Damian sólo acomodó su traje mientras lo miraba desconfiado.

  -  Pues yo tampoco había estado tan cerca de un ser hermano…-   Le dijo Damian con voz de reproche para luego respirar y serenarse   -   Podríamos entrar a tu fortaleza y estar cerca un rato. He estado espiándote muchos días seguidos, creo que me lo debes   -   El extranjero lo miró confuso, ¿Le debía el haberlo espiado? Los humanos eran criaturas muy extrañas.

Pero era una oportunidad que no podía rechazar.

  -  No todas las zonas de mi casa son aptas para la vida terrestre de este planeta. Si no te molesta que sólo estemos en algunas habitaciones, estaría encantado con tu compañía   -   Damian le dio la menos falsa sonrisa que pudo darle.

No sabía por qué, pero ese tipo lo molestaba.

Entraron a la fortaleza y pasaron a un gran salón iluminado por grandes ventanales.  Todos los muebles eran blancos o colores pastel. Se sentaron en un sofá tan blando que Damian pensó que debían ser de su planeta.

Pero no le dijo nada al respecto.

  -  Desgraciadamente, no tengo comida humana para ofrecerte. Pero puedo ofrecerte alcohol, ya que eso lo podemos beber ambos   -   Dijo el extraterrestre.

  -  ¿Por qué todo es blanco?   -   Preguntó Damian inspeccionando todo a su alrededor.

  -  Ah bueno…El blanco es uno de los pocos colores que ustedes y nosotros vemos igual. Dime una cosa, ¿De que color me ves?

  -  Verde   -   El extraterrestre rió ante la respuesta

  - Impresionante…A nuestros ojos, yo soy azul   -   Damian lo miró desconcertado

  -  ¿Y de que color tú me ves a mí?

  -  Entre blanco, rosado y beige…creo que lo llaman color carne…

  -  ¿Cómo es que tu si puedes verlo?

  - Esos colores no cambian. Bueno, el rosado sí. Lo que para ustedes es rosado, para nosotros es morado y viceversa. El rojo, el blanco, el negro, el gris, el marrón y el dorado son los únicos colores que ustedes y nosotros vemos igual…creo que el vinotinto también…y como su sangre es roja, imagino…

  -  ¿y que licores tienes?   -   Interrumpió autoritario Damian. La verdad, si le interesaban esos datos pero no quería hacerlo notar

  -  Muchos, creo que todos. Di uno y te digo si lo tengo o no   -   Dijo el extraterrestre sonriente

  -  Vino, y no me digas que no tienes porque esa es fácil   -   El extranjero sonrió

  -  Lo traeré de inmediato, además me lavaré un poco, ¿Te molesta esperar unos minutos?

  -  Para nada

  -  Vale, no te vayas   -   La criatura salió y Damian sólo pudo sonreír malicioso.

Bingo.

En la ausencia de aquel ser, revisó todo lo revisable pero no encontró nada que contradijera el hecho de que era un simple investigador, muy ordinario para ser de otro planeta, de hecho.

  -  Ya estoy aquí   -   Damian estaba sentado en el sofá viendo fotografías de animales pequeños del bosque.

  -  Te gusta mucho esto de la biología   -   Dijo Damian sin mirarlo, para luego alzar la mirada y notar que el extraterrestre se había cambiado por completo. Cargaba un suéter vinotinto, unos pantalones cafés, zapatos negros y unos guantes marrones.

  -  No es que entregue la vida por la biología, es más bien un pasatiempo. Es…relajante   -   Explicó pacientemente el extraterrestre mientras colocaba dos botellas moradas de vino y dos elegantes copas en una caja de hielo   -   Mis disculpas si estoy haciendo algo mal. He visto videos pero creo que aun no tengo la practica para esto de servir licor

  -  No tiene mayor ciencia   -   Damian sonrió resignado. Era como un niño   -   A todas estas, ¿tienes nombre?

  - Oh si, mis disculpas. Mi nombre es Key…mucho gusto   -   El extranjero le extendió la mano, esperando estar presentándose correctamente

  -  Mmm, mi nombre es Damian   -   Damian le dio su mano y el extraterrestre la estrecho, como había visto en videos, pero no midió su fuerza.

  -  ¡Perdona! ¿Te he lastimado?   -   Preguntó preocupado

  -  No…No creas que somos tan débiles   -   La verdad, si le había dolido pero Damian jamás lo admitiría   -   Bueno, te informo que lo único que entendí de tu nombre fue Key, me parece que dijiste otra cosa pero no pude escuchar…

  -  Mmm, tal parece que son los sonidos que ustedes no escuchan. Bueno, llámame sólo Key, no importa   -   El alienígena se sentó y, convencido de que las botellas y las copas ya estaban frías, sacó una botella y con la mayor delicadeza que pudo, tomó las copas colocándolas en la mesita.

Abrió la botella y empezó a servir torpemente. Damian hacía un esfuerzo por no reírse, apostando a que, con aquellas manos, rompería por lo menos una copa.

Lo cual, efectivamente, hizo unos segundos después.

  -  Ay, me disculpo. Creo que aún no lo domino   -   Dijo Key quitándose los trozos de vidrio de los guantes

Damian se levantó y buscó un pañito de un estante en la habitación (Al haber registrado toda la sala, sabía en donde estaba todo). Acto seguido, lo humedeció con la cajita de hielo y se sentó al lado de Key nuevamente.

Tomó sus manos.

  -  Quítate los guantes   -   Key trató de disimular su impacto a sabiendas que para los humanos, las manos no eran una parte intima.

Sin querer hablar del tema, Key se quitó los guantes. De todas formas, una gruesa capa gris tapaba su “conector”.

Damian decidió no preguntar la naturaleza de aquella capa, ya que el vino derramado y los minúsculos vidrios se encontraban en los dedos. De modo que prosiguió a limpiarlo con cuidado.

  -  Te esfuerzas demasiado. Te digo que no tiene la mayor ciencia, aunque teniendo las manos que tienes, debiste haber comprado copas mas grandes y gruesas   -   Key sólo sonrió nervioso

  -  Es que esas copas son las más ideales para el vino   -   Damian sólo lo miró

  -  Son ideales para las manos humanas, además, no tienes por qué seguir las reglas al pie de la letra, ¡nadie lo hace!   -   Asegurándose de que no quedaban trozos de vidrio en las manos de aquel ser, Damian puso el paño en la mesita y tomó la otra copa.

  -  Yo me serviré en la copa, tu tomaras de la botella, me imagino que es del tamaño de un vaso en tu mundo   -   Dijo Damian sirviéndose

  -  La verdad es que sí   -   Damian le pasó la botella   -   Oye, ¿no hay que brindar por algo?

  -  ¿Tienes algo especial por lo cual brindar?

  -  Pues ahora que lo dices, creo que si, ¡Por nosotros!   -   Key cubrió la mano libre de Damian con la suya   -    Uno de los primeros encuentros entre un ser humano y un ser hermano en el planeta tierra, ¿Es suficiente para un brindis?   -   Sus miradas volvieron a cruzarse y Damian sintió algo extraño en su estomago. Como una corriente eléctrica.

Key sintió lo mismo, al sentir el toque de sus dedos desnudos con aquella manita, suave y pequeña.

  -  Si…creo que es suficiente   -   acercaron la copa y la botella lentamente para que no se rompiera la copa y bebieron.

Vaya situación…De haber sabido que aquel ser era como era, Damian habría tocado la puerta de la fortaleza desde su llegada.

Aquel día, Key le contó todo lo que pudo. Aparentemente, y bajo la sorpresa de Damian, Key estaba pisando sus 100 años terrestres (que serían 200 años hermanos, ya que 1 año hermano era aproximadamente medio año terrestre).

Los seres hermanos solían vivir hasta 175 años terrestres, aunque el promedio era desde 150 hasta 160.

Key le explicó que en su mundo no había países ni continentes. Le dijo que muchos años atrás si los habían pero todos se unieron tras encontrar a las Acuáticas, criaturas provenientes del planeta vecino.

Desde entonces, todos conforman un mismo lugar llamado Ciclo, el cual estaba dividido por muchas ciudades pero todas se regían por el mismo sistema, el cual estaba coordinado por el Cluster.

El Cluster era como un mega organismo, que había sido fundado, en un principio, únicamente para el resguarde de los niños. Pero con los años fue convirtiéndose en el organismo de justicia más importante. Al aparecer las acuáticas, los seres hermanos pertenecientes al Cluster fueron los que velaron por el orden, la diplomacia y la paz, teniendo como prioridad el bien de los niños.

Entonces el Cluster terminó convirtiéndose en una figura de liderazgo, la cual fue seguida, en el momento crucial, por la gran mayoría, que estaba cansada de las guerras y de la corrupción.

El Cluster sólo prometió paz pero terminó dándoles un sistema que, a pesar de ser rígido, obtuvo excelentes resultados visibles hasta la actualidad.

Se basaba en el trabajo y el estudio como el pilar de la vida de los seres hermanos. Pero que este no fuese monótono. La idea era estudiar y trabajar siempre en balance con la edad, con las habilidades y con los deseos de aquellas criaturas, para que, cuando pisasen los 100, ya hubiesen tenido todas las carreras y todos los conocimientos que hubiesen querido, con una gran fortuna y un gran estatus.

Todos empezaban desde abajo, sin importar quienes fuesen, y dependía de su desempeño laboral y académico, hasta donde iban a llegar, teniendo todos las mismas oportunidades.

Cuando el Cluster ya tenía puntos hasta en las ciudades más fronterizas, el control fue total y con aquel sistema, la economía se incrementó hasta el punto en que el Cluster podía mantener a todos los niños del Ciclo en sus instalaciones, desde su nacimiento.

Con la riqueza vino el avance en el resto de las ramas científicas, jurídicas e incluso hermanistas (La traducción que el traductor daba de lo que serían las Humanidades en el planeta hermano) y con los años, y un riguroso compromiso y exigencia por parte del Cluster, se sacó el tabulador de trabajos, estudios y estatus que se usaba en la actualidad.

El Cluster, incluso, pudo darse el lujo de ofrecer una gran lista de beneficios para todos los seres hermanos desde su nacimiento.

Sólo por formar parte del sistema.

Damian escuchó atentamente, tratando de disimular su interés. Aunque, personalmente, Damian no se imaginaba en un sistema como ese y agradecía el no estar en aquel planeta.

Sin importar los excelentes beneficios y resultados que el sistema había conseguido, no servía de nada maquillar las cosas: Los seres hermanos vivían en una dictadura liderada por el Cluster.

Así de sencillo.

En aquel planeta, el no podría darse a la fuga con su grupo a resolver misiones, como hacían…Aunque, pensando en eso, no habrían misiones que resolver, en primer lugar.

Key decía que el Cluster era muy severo con cuestiones que estaban fuera del sistema (el cual venía siendo como la ley, en el Planeta Tierra).

Damian también le explicó cómo funcionaban las cosas en La Tierra y Key reaccionó de la misma forma que él había reaccionado, agradeciendo no haber nacido ahí.

Le explicó que planificaba quedarse a vivir ahí el resto de su vida, aprovechando que el sistema humano era tan flexible y en cualquier caso, él era una figura diplomática, enviado por el mismo Cluster, ellos responderían.

Con botella y media ya tomada. Empezaron a hablar de tonterías. Key sacó una laptop y empezó a buscar imágenes varias sólo para que ambos dijeran cuales colores eran los que veían. Sin haberse dado cuenta, ambos estaban acurrucados en el sofá. Key abrazaba a Damian con su brazo y este estaba recostado en él, ambos viendo la pantalla de la computadora.

Ya habiendo caído la noche, sus miradas volvieron a cruzarse luego de un largo rato. Se quedaron mirándose como hipnotizados y Damian estuvo seguro de que Key iba a besarlo y se sorprendió a si mismo decidiendo que no iba a apartarse.

Pero el beso nunca llegó, el extraterrestre sólo unió sus frentes y luego sus mejillas, lentamente, con suavidad y cariño.

El corazón de Damian empezó a latir muy rápido y por inercia, colocó su mano en el brazo de Key y fue subiendo. Acariciándolo.

Quería besarlo. Pero no lo hizo, su orgullo no se lo permitía.

  -  Ya debo irme…-   Dijo Damian, apartándose un poco, aunque aun seguía acorralado entre los brazos de Key.

Y volvieron a mirarse.

Damian no era el único que se sentía extraño. Aunque Key sabía exactamente lo que sentía y eran unas ganas inmensas de comerse a esa criatura a besos.

Key no se lo había dicho pero el sexo, a diferencia que en la tierra, no sólo era bien visto, sino que era primordial en el día a día de los seres hermanos, incluso a los ojos del Cluster (Aunque para ellos era más que nada por los niños que aquello conllevaba).

Para los seres hermanos, el sexo era un acto de lo más natural y sagrado, que representaba, de noche, prosperidad y amor, y en las mañanas, Suerte y éxito.

Aunque Key sabía que para los humanos era muy diferente.

Y no le quitaba el sueño, ya que veía a los seres humanos como criaturas sumamente feas.

En primer lugar estaba su tamaño, claro que había gente pequeña en su mundo pero no tan pequeña. Por otra parte, estaba su piel, horriblemente falta de color. Y la gran mayoría solía ser pelinegra y  ojinegra también, lo cual era extraño para los seres hermanos pues sus pieles, el color de sus ojos y de su cabello, comúnmente era de colores claros y variados, que solían depender de los genes y de la ubicación geográfica, desde luego.

Pero habiéndose acostumbrado a Damian, su mente había hecho una excepción con él, viéndolo, incluso, increíblemente hermoso, de una forma exótica. Estaba embelesado con sus enormes ojos azules (Eran verdes, pero Key los veía azules), le encantaba el toque de su suave piel, sus rasgos e incluso le parecía que, con su tamaño, encajaba perfecto entre sus brazos.

Pero ahí también estaba la razón por la cual se contenía de besarlo.

Por sus instintos lujuriosos, sabía que si lo besaba no podría detenerse y lo llevaría a alguna habitación a hacerlo suyo.

Nada podría detenerlo.

Pero no le constaba que Damian, con su tamaño, soportase un encuentro sexual con él, a pesar de que tenía la protección adecuada. Simplemente sus cuerpos eran diferentes y tenía entendido que los humanos se dividían en dos subespecies: Macho y hembra. Y por mas parecidos que fuesen los humanos machos a ellos, estos estaban hechos para encontrarse sexualmente con los humanos hembras.

Claro que había investigado y sabía acerca de la homosexualidad pero se trataba de una minoría y no tenía forma de saber si Damian pertenecía a esa minoría. Lo más probable era que no fuese así.

Sin embargo, él estaba ahí. Entre sus brazos.

Tan cerca.

Aquella escena, en su mundo, sería el inicio de un acto sexual, pero ¿Cómo saber si era así en la tierra? Tenía que investigar más…Que complejo era todo aquello…

Damian también estaba sumido en el dilema. No sabía si irse o quedarse. Sentía que Key estaba a punto de hacer algo y no sabía si quería que lo hiciera, le impresionaba la idea de que talvez si quería.

¿Sería él capaz de…? ¿Con su tamaño? ¿Lo soportaría?

Además, él ni siquiera sabia si eso era lo que Key quería o estaba malinterpretando las cosas.

Y con ese pensamiento, finalmente Damian se libró de los brazos de Key.

  -  Puedes quedarte en una de mis habitaciones   -   Le dijo Key tomándolo de los brazos con sus manos, tras Damian haberse levantado del sofá    -   Tengo varias como esta, en donde…

  -  No gracias, debo irme   -   Dijo Damian cortante

  -  ¿Y volveré a verte?   -   Damian respiró evadiendo su mirada. Tenía que calmarse, no sabía por qué pero estaba enojado.

¿Acaso estaba enojado porque Key no lo había besado? No podía ser posible…

  -  No sé…Talvez vuelva mañana pero no te prometo nada   -   Damian se libró por completo del agarre de Key y caminó a la salida   -   ¿Esta abierto?

  - Si…sólo camina y las puertas se abrirán…-   Contestó Key algo desanimado

  -  Vale…

Damian salió de la fortaleza. Ya era de noche…Bajó por el precipicio (Utilizando las cuerdas, desde luego) y navegó hacia el otro lado de la ciudad, en donde estaba ubicada la posada en la que se había quedado.

Decidió probar otra, una que estaba casi al lado. Pidió un plato que tuviera queso frito y un vaso de chocolate caliente. Comió rápido y se fue a su habitación.

Todo el tiempo, desde que salió de la fortaleza, sólo estuvo pensando en aquel infeliz, como lo llamaba. Y le daba rabia saber que toda esa furia era sólo porque Key no había intentado sobrepasarse con él.

“Malditisima sea la adolescencia”.

¿Acaso se estaba volviendo loco? Era un alienígena. Nada atractivo, por cierto. Pero…había algo en él que, ya pasadas las horas, lo había atraído. No sabía qué era, pero…era posible que ese tipo…le gustase?

Damian, por instinto, se pegó fuerte en la frente. Se salió de la cama, sentándose en el piso, apoyándose en ella.

El ya casi pasaba la adolescencia. Ya tenía 17 años. Y en todo ese tiempo nunca se había sentido así por nadie, ni por un hombre ni por una mujer.

¿Tuvo que venir un alienígena de otro planeta para que él se pusiera en ese estado?

No podía creerlo.

Pero de algo estaba seguro…No sabía por qué Key no lo había besado pero si sabía que este quería hacerlo.

Se le reflejaba en los ojos. Por eso él estaba tan seguro de que lo haría.

Si a él le gustaba ese sujeto, aquel gusto era correspondido, no tenía dudas. Y era por eso que volvería al día siguiente.

Y lo que tuviera que pasar, que pasase.

Además, aun había mucha información que él no tenía y que seria útil para su padre, ¿no?

Azumi Seguchi, 2017

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