Experimento 000023: Rurouni
Pisando los 15, a Sai le dio mucha curiosidad saber quién
sería su madre, a sabiendas de que la maniática tuvo que haber usado dos tipos
de genes para crearla.
¿Quién sería la dueña de su ojo azul?
Con los 15 cumplidos, Sai decidió investigar. Ella
nunca había preguntado que era lo que había ocurrido, a ciencia cierta, aquella
noche que fue rescatada por sus padres, pero ya habiendo tenido tantos años de
felicidad, tenia la fuerza para enfrentar sus años de dolor.
Ellos le dijeron que aquella noche no habían
encontrado a la doctora por ninguna parte pero que habían destruido todo el
laboratorio. Aunque sabían que ella tenía otros.
Sai decidió enfrentar su pasado y dirigirse a la
ciudad sin nombre, para ver si podía encontrar alguna pista de su propia
creación y de donde podían estar los otros laboratorios, pero antes, decidió
que debía hacerse de su propio sustento, por si acaso.
Se metió en un volcán activo, el cual era conocido por
tener en su interior una fortuna en materiales pesados concentrados en él, pero
que nadie había podido tomar por ser un volcán muy grande, muy activo y muy
peligroso. Pero para Sai, teniendo sus poderes, no era más que un paseo. Tomó
un puñado y lo vendió, haciéndose de una fortuna, con la cual podría hacer lo
que fuese necesario para cumplir con su misión.
Días de viaje después, llegó a aquel lugar en donde
había sido tan infeliz y sintió una pequeña satisfacción al comprobar que
estaba incluso peor a como ella lo había dejado.
Justo como debía ser.
Entró sólo para echar un vistazo. Por si acaso. Pero
todo estaba hecho cenizas.
Decidió buscar por toda la ciudad, encontrándose con
lugares en donde hacían atrocidades difíciles de ver. Pero Sai no las veía
mucho, con su fuerza, destrozó edificios enteros. Hizo una carnicería entera,
liberando a muchas personas que habían sido secuestradas para experimentos y
destruyó todo lo que pudo.
Cuando estuvo segura de que en la ciudad ya no había
absolutamente nadie, de un colosal golpe al aire, retumbó la ciudad, haciendo
que todos los edificios cayeran y el lugar quedara en pedazos.
Como un basurero de cemento.
De la información que pudieron darle sus padres, tenía
una idea de donde podía estar otro laboratorio: En Estados Unidos, en un barrio
solitario en alguna ciudad.
Se dirigió hacia allá a buscar. Estuvo unas semanas
buscando y buscando hasta que finalmente dio con el laboratorio. Era un
edificio de un barrio sumamente pobre. Parecía estar inhabitado pero Sai sabía
que sólo era una fachada.
Examinó todo el edificio de arriba abajo, para
asegurarse, aunque intuía que estaba en el sótano. Cuando bajó ahí,
aparentemente no había nada pero luego de revisar minuciosamente dio con una
tapa metálica en el suelo que estaba sellada.
Con su fuerza pudo sacarla con facilidad y de
inmediato pudo visualizar la blanca luz que iluminaba al laboratorio. No bajó
por las estrechas escaleras, sólo se lanzó cayendo de pie.
- ¡Mildred!
¡Sal de donde estés, maldita! - Sai estaba
lista para enfrentarla, aunque no sabía que sería capaz de hacerle cuando la
viera.
Probablemente la mataría.
Pero la doctora nunca apareció, no estaba ahí, y al
darse cuenta de eso, Sai se dispuso a revisar el laboratorio de pies a cabeza.
Este estaba en perfectas condiciones, lo cual molestaba a Sai. Se dispuso a
leer los archivos.
Las carpetas verdes comenzaban desde 0 y terminaban en
99. Las carpetas marrones comenzaban desde 00 y terminaban en 099. Las
amarillas comenzaban en 000 y terminaban en 0099. Las moradas comenzaban en
0000 y terminaban en 00099 y por último, las azules comenzaban en 00000 y
terminaban en 000088.
Sabiendo esto, Sai se enteró con nausea que los
experimentos realizados por la doctora vacilaban entre los 500. 500 esclavos de
esa mujer, 500 niños como ella…No, no era así. No todos los experimentos habían
sido exitosos y ella lo sabía.
Sai sacó la primera carpeta, la 0. Dentro de la
carpeta había 2 o 3 hojas que tenían escrituras médicas, pero estas eran
selladas por una etiqueta blanca con bordes rojos que decía “Fallido”.
Tal parecía que aquello iba a ser más rápido y
sencillo de lo que creyó.
Con frenesí, Sai empezó a sacar las carpetas una por
una…
- Fallido…Fallido…Fallido…- Susurraba
cada vez que veía el cartel y las tiraba al piso -
Fallido…Fallido…¿Mmm? - Era la
carpeta 40, decía “Imperfecto”
Sai quitó la etiqueta. La primera página tenía un
perfil de los héroes de los cuales había extraído los genes, la segunda y la
tercena páginas decían paso a paso el proceso de creación. Finalmente, en la
ultimas 3 pagina contaba el proceso de formación.
Sai estaba horrorizada, la manera en la que aquella
mujer explicaba, simulando un informe médico profesional, le parecía de lo mas
sínico del mundo, y abrió los ojos espantada al leer el final del relato.
Al parecer, aquella criatura si se había formado pero
con un cuerpo deformado e incapacitado. La doctora relató, con lujo de
detalles, como lo sometió a numerosas pruebas para examinarlo y, al haber
culminado, lo apuñalo repetidas veces con un cuchillo hasta que los gemidos de
dolor cesaron, y estuvo segura que había muerto.
Unas gruesas lagrimas se deslizaron por la mejilla de
Sai mientras se tapada la boca con una mano y con la otra seguía sosteniendo la
carpeta.
Maldita.
Mil veces maldita.
Despacio, colocó la carpeta en una mesa atrás de ella
y siguió sacando las carpetas a un paso mas pausado. Todos fueron fallidos
hasta el 93, que decía “imperfecto”. Sai no lo abrió, solo lo colocó encima de
la carpeta 40 y siguió con las otras carpetas. Terminó con las verdes y
continuó con las marrones. Todas decían “fallido”.
Abrió la primera carpeta amarilla, la 000 y al abrirla
se encontró con un “Perfecto”. Sai se quedó estupefacta. Rompió la etiqueta de
modo que tenía acceso al informe pero esta seguía pegada. No tenía perfiles de
personas y sólo explicaba la creación y también la formación. El relato
terminaba con un niño de 4 años “defectuoso”, el cual había sido devuelto a “la
nevera”.
Sai no quiso entender a qué se refería, pero sabía que
se trataba de un niño, como ella, y que si seguía vivo, debía salvarlo a como
dé lugar, y también a los otros. Sai puso la carpeta al lado de los imperfectos
y siguió sacando con frenesí.
El resto de las carpetas amarillas eran de
experimentos fallidos a excepción de la 54 y la 22 que eran imperfectos. Sai
los puso con los otros. El piso ya estaba lleno de las carpetas de los
fallidos.
Miró las carpetas moradas por unos segundos.
Comenzaban con la carpeta 0000 y terminaban en 00099. Ella era 0009, es decir,
que la de ella estaba ahí.
Lentamente, abrió la primera.
Fallido, la segunda, fallido, la tercera, fallido, todas
correspondían a experimentos fallidos hasta que llegó a su carpeta. Era gruesa.
La sacó con cuidado y la acarició antes de abrirla.
“Perfecto”
Arrancó la etiqueta, sintiendo un cosquilleo en su
estomago, y miró los perfiles.
Nombre: Batman
Sexo: Masculino
Localidad: Ciudad Gótica –
Estados Unidos
Edad: 23
Apariencia: Alto, piel
blanca, ojos azules
Luego de esos datos, la
doctora relataba como había sabido de él y las razones por las cuales era
viable para sus experimentos.
Ese era el primer perfil, el
segundo era el de su padre.
Nombre: One Puch Man
Sexo: Masculino
Localidad: Ciudad S – Japón
Edad: 23
Apariencia: Calvo, piel
blanca, ojos marrones
Dos padres…
Tenía otro padre, que vivía
ahí, en Estados Unidos…
Batman…
Sai volteó la página y
empezó a leerlo todo. La parte de la experimentación no le afectó ya que no
entendió mucho pero la parte de la formación…siempre era la parte dura…
La doctora no dudaba en
describir todas las atrocidades que hacía, considerando que eran parte del
proceso. 4 años escritos en 17 paginas. Sai tuvo que saltarse muchas partes.
Era doloroso.
Se derrumbó en el suelo,
shockeada. Se sentó entre las carpetas de fallidos mirando al vacio.
Siempre había estado
consiente de lo que era, de lo que había pasado los primeros 4 años de su vida,
pero, su vida había sido tan feliz desde que sus padres la rescataron, que
sentía aquella época distante y etérea.
Hasta había llegado a
considerarla como una lejana pesadilla.
Pero ahora estaba entre sus
manos, en una carpeta morada.
Como un balde de agua fría.
Dolía. Pero decidió que esa
era la última vez que aquella doctora la haría sufrir.
Se fue directo al final, en
donde la doctora, en un lenguaje que mostraba a leguas su furia, escribía que
su laboratorio había sido destruido y quemado, y que su segundo experimento
perfecto había sido robado.
¿Entonces ella no sabía
quien se la había llevado? Bien…
Sai sonrió y se levantó. Ya
vería como hacerle pagar por todo. Por los momentos, tenía una misión:
Determinar a todos los perfectos, buscarlos y rescatarlos. Destrozar todos los
laboratorios de la Dra. Mildred y destrozarla a ella también, si se la
encontraba.
Colocó su carpeta encima de
la 000 y siguió buscando. 00066 y 00012 eran imperfectas, de resto eran todas
fallidas.
Continuó con las azules,
todas eran fallidas hasta la 000012, que era imperfecta, y luego la 000023, que
era perfecta. Sai la abrió. Tenía un solo perfil.
Nombre: Mujer Maravilla
Sexo: Femenino
Localidad: Estados Unidos
Edad: Desconocido
Apariencia: Alta, piel
blanca, cabello negro, ojos azules
Sai decidió no leer nada y
colocar la carpeta encima de la suya. Continuó buscando. En las azules había
muchas carpetas de imperfectos, un total de 16. Llegó a la carpeta 000056, que
también era perfecta. También tenía un solo perfil.
Nombre: Superman
Sexo: Extraterrestre
Localidad: Estados Unidos
Edad: Desconocido
Apariencia: Alto, piel
blanca, cabello negro, ojos azules
Sai empezó a leer un poco
pero cambió de opinión y la puso encima de la 000023. Siguió buscando hasta que
llegó a la 000060, a partir de esa todas decían “en proceso” y terminaban con
la carpeta 000088.
Con todas las carpetas de
fallidos en el piso, y las de imperfectos y perfectos apiladas, el estante
finalmente quedó vacío.
Al otro lado de la
habitación había una computadora vieja. Sai intentó acceder a ella con el
objetivo de determinar la ubicación de sus otros laboratorios. Imaginó que
tendría clave pero sorpresivamente no tenía.
La doctora se creía
intocable.
Buscó por todas las carpetas
y datos pero no encontró ninguna dirección. Y tampoco leyó todo lo que
encontraba, no creía que ella fuese a anotar sus direcciones en ninguna parte.
No era tan tonta.
Con tenerlas en su mente,
seguro le era suficiente.
Sai tomó el monitor entre
sus manos y lo trituró hasta que este quedó completamente destruido. Tiró al
piso el CPU y lo pisó repetidas veces hasta desintegrarlo, haciendo también un
gran agujero en el piso. Se aseguró que el disco duro quedara hecho polvo y
acto seguido, continuó con toda la habitación.
Colocó las carpetas apiladas
en una esquina y empezó a destrozar el laboratorio. Tumbó todos los estantes y
todas las maquinas. Rompió todos los tubos de ensayo mojando las carpetas de
fallidos.
Golpeaba las paredes
rompiéndolas y agarraba todo los objetos que veía, los deformaba o los
destruía, para luego tirarlos al piso.
Sai recordó la advertencia
de su padre antes de que hiciese su entrenamiento, entendiendo finalmente a lo
que se refería. Se imaginó que sin su fortaleza, en ese momento estaría cansada
y sentiría que se estaba desquitando. Pero en su caso, más bien estaba usando
muy poca fuerza pues no había revisado el edificio, no sabia si había…alguien
ahí…
Y probablemente debió haber
buscado eso desde un principio, para liberar al niño o niña que se háyase ahí
lo antes posible.
Pero honestamente, Sai tenía
miedo. Enfrentar la vista de un niño, en las mismas condiciones en las cuales
sus padres la habían encontrado a ella, era algo que sabía no podría digerir
fácilmente. Por eso lo había pospuesto todo lo que había podido.
Pero ahora el laboratorio
estaba destruido. Ya no había nada que pudiese ser más desintegrado de lo que
ya lo estaba.
Era hora de seguir.
Salió del laboratorio,
encontrándose con un pasillo de 4 puertas. Sabía que la puerta del final, fea y
oxidada, debía ser la puerta que la llevaría a las celdas en donde tendría a
los perfectos.
Tragó nerviosa y camino
hacia la puerta. Ya destrozaría las otras habitaciones. La abrió sin pensarlo y
buscó con la mirada. Efectivamente había dos celdas horribles y nauseabundas.
Sai bajó unos escalones rápidamente y entró en ellas, pero ambas estaban
vacías.
Pero en una de ellas había
una pequeña manta tirada. Estaba rasgada, sucia y húmeda. Sai imaginó que
tendría las lágrimas frescas de algún niño, pero… ¿Dónde estaba?
¿Se lo habría llevado con
ella?
Sai subió los escalones y
salió de ahí. Se metió en la habitación más cercana. Era un pequeño cuarto de
pruebas. Buscó en todas partes y al haberse convencido de que no había nadie,
empezó a destrozarlo todo. Lo tiraba todo. Lo rasgaba todo. Con frenesí. Talvez
no sintiera agotamiento o desahogo pero sin duda aquello le causaba una pequeña
satisfacción.
Habiéndose asegurado de que
todo estaba destrozado, se dirigió al otro laboratorio. Era parecido al que vio
cuando llegó, pero un poco más grande. Tenía enormes neveras y unas mesas
llenas de compuestos.
Sai empezó a tumbarlo todo
en la mesa y la volteó, agarró todo lo que veía y lo destrozó. Abrió las
neveras, en ellas estaban unos pequeños y anchos cilindros de vidrio,
etiquetados con números de la carpeta azul.
Experimentos en proceso.
Sai empezó a tomarlos a
todos y a tirarlos al piso con frenesí.
Desconocía si esos líquidos
verdes dentro de los frascos estaban vivos o eran simples compuestos. Y poco le
importaba.
Fuese como fuese, era lo
mejor.
Vació por completo la nevera
y se dispuso a terminar de destruir la habitación. Pero cuando volteó, se
encontró con unos ojos llorosos que la miraban desde la entrada.
Se trataba de un pequeño
niño de piel pálida, con cabello negro, mal cortado y descuidado, y unos
enormes ojos azules, hinchados y rojos a causa del llanto. La única prenda que
tenía era una pequeña, rasgada y sucia bata de laboratorio.
A Sai se le partió el
corazón al verlo.
- Hola amiguito - Dijo con voz
suave, lo mas amigable que pudo. El niño retrocedió un poco - No te
preocupes, no voy a hacerte daño - Sai puso sus
manos en alto y se acercó un poco - Tranquilo,
yo…vine a sacarte de aquí…
- No puedo salir de aquí, la doctora me matará - Respondió el
niño asustado. Sai bajó la mirada e hizo un gran esfuerzo por no llorar de
impotencia
- La doctora ya no existe. Ya no vas a tener
que preocuparte por ella, ¡Eres libre! - Le dijo
acercándose un poco más
El niño asimiló lo que le
dijo por unos segundos y luego la miró.
- ¿Soy…libre? Es decir…que puedo salir de
aquí? - Sai no pudo
evitar que una gruesa lágrima recorriera su mejilla al escuchar eso.
- Si…Puedes salir, puedes ir a donde quieras. Nunca
tendrás que volver a este lugar - Dijo Sai lo
más serena que pudo mientras se limpiaba la lagrima de su rostro.
El niño miró al vacío y
sonrió ilusionado.
- ¿Y puedo salir ahora mismo? ¿Es de día? - Preguntó
entusiasmado. Sai le dedicó una compasiva sonrisa.
- No…no es de día, es de noche - Tras escuchar
eso, 000023 bajó la mirada decepcionado.
Siempre había soñado con
salir y encontrarse con un hermoso sol, el cual nunca había visto pero sabía
que estaba afuera
- Oye, pero no estés triste. Las noches
también son muy hermosas - Le dijo Sai
haciéndolo levantar la mirada - Cuando yo
salí de mi celda, era de noche y era de lo mas hermoso del mundo. La luna es
blanca y brilla iluminándolo todo…y-y las ciudades, las ciudades tienen luces
por todas partes, de todos los colores, y hay tiendas y edificios
altísimos… - Relataba Sai
entusiasmándose a medida que el niño se entusiasmaba
- Hay mucha gente y mucha comida…Además…- Sai bajó su
tono y sonrió al vacío - Yo creo que
las noches son mucho mas hermosas que los días…De día todo el mundo esta
trabajando y corriendo, y con la luz del sol, no se notan las luces de la
ciudad
Sai se arrodillo para
mirarlo directamente a los ojos y sonreírle
- De noche todo el mundo está en la calle
divirtiéndose y además, muchas personas sólo podemos ser nosotras mismas…de
noche - Sai acercó su
mano al rostro sonriente e ilusionado del niño. Acarició su mejilla y su
cuello. El tiritó un poco ante el contacto pero no se apartó.
Sai sabía que era la primera
vez que lo acariciaban y recordando el día en que sus padres la rescataron,
tomó al niño en brazos, cargándolo y abrazándolo con fuerza (sin lastimarlo).
000023 se quedó estático
hasta que tímidamente correspondió el abrazo y Sai, al sentir los pequeños
bracitos rodeando su cuello, no pudo evitar que unas gruesas lágrimas salieran
de su ojo azul. Pero no hizo ningún sonido.
Estuvieron así unos minutos
y luego lo bajó lentamente.
- Bueno, ya es hora de salir de aquí - El niño
asintió - Oye, ¿No hay
otros niños aquí?
- No en este laboratorio
- ¿Y sabes algo de los otros laboratorios o de
otros niños?
- Hay una niña, pero no está aquí. Está en
otro laboratorio - Sai lo miró
ilusionada
- ¿Y tú tendrás alguna idea de donde queda ese
laboratorio?
- No…la doctora me dormía con una puya antes
de ir y cuando despertaba ya estaba allá
- A Sai se le arrugó el corazón al escuchar
eso.
Y sintió algo de culpa por
haberlo hecho recordar aquello.
Decidió que era la última
vez que le preguntaba algo acerca de la doctora. Debía apartarlo por completo
de todo eso.
- Lamento haberte hecho recordar eso…Ya no
hablemos mas de eso, salgamos de aquí - Sai le sonrió
y lo cargó. Salieron rápidamente de ahí.
Sabiendo que 000023 no
habría comido nada en mucho tiempo, y que no tendría fuerzas para subir las
escaleras, y con miedo de que se soltara y se cayera si lo cargaba de
caballito, lo puso en una esquina mientras que con un golpe al aire rompió el
techo.
- Wow ¿Tienes poderes? - Le preguntó
el niño entusiasmado
- Naaa, no es nada - Sai le sonrió
y lo cargó. De un salto salieron por el agujero y salieron del edificio.
Por primera vez en su vida,
el niño vio la luz de la luna y quedó deslumbrado. Había escuchado del sol pero
jamás de la luna. Era hermosa e inmensa, y en el cielo había muchas estrellas.
El barrio en el que estaban
era oscuro y vacío, pero a través de los espacios que había entre los feos
edificios, se veía de lejos la hermosa e iluminada ciudad.
000023 sólo sonreía
maravillado.
¡Toda una ciudad! Y él era
libre, libre para visitarla.
Sai lo bajó y él corrió
hacia un espacio en donde veía los grandes e iluminados edificios de lejos, con
una gran sonrisa en su rostro. Pero luego esta sonrisa se apagó, dando paso a
un semblante pensativo y preocupado.
Se volteó hacia Sai.
- Oye pero, ¿ahora que voy a hacer? ¿Dónde voy
a dormir? - Sai lo miró
por unos segundos
- No te preocupes por eso. Esas cosas son de
gente adulta - Sai estaba
apoyada a la pared, con las piernas y los brazos cruzados.
Era la única respuesta que se
le había ocurrido, ya que no tenía otra. No sabía que hacer con él, ¿Se lo
llevaba a la policía? El no existía en ningún registro. Le preguntarían un
montón de cosas, le harían todo tipo de exámenes, lo harían recordar todo…No,
el no se merecía aquello, el debía ser sólo feliz desde ese momento, y
olvidarse de todo lo demás, como ella lo había hecho.
Además, ¿Qué es lo máximo
que la policía le haría a aquella psicópata? ¿La cárcel? ¿Con comida tres veces
al día, cama y compañía de otras mujeres? No, eso era como un obsequio. Aquella
mujer merecía algo mucho peor.
Pero entonces, ¿Qué haría?
Bueno, a Sai se le ocurrió que podía llevar al niño con sus padres. Ellos no se
rehusarían a encargarse de él.
Pero por ahora…
- Ya es hora de que salgamos de aquí - Sai le
sonrió - Te reto a una
carrera. Si llegas antes que yo, te compraré todos los dulces que quieras ¿Te
parece? - Le dijo con
una sonrisa.
El niño se entusiasmó aun mas,
¿dulces? ¿Era un sueño?
Se fue corriendo a través de
la grieta en dirección a la ciudad. Sai lo miró alejándose, con una tierna
sonrisa en su rostro. Pero su sonrisa se desvaneció para voltear a ver el feo
edificio.
No terminó de destruir el
lugar, ni tampoco sacó las carpetas…planificaba quemar el edificio entero.
Pero no sería esa noche. Esa
noche se la dedicaría por completo a aquel niño que todavía no tenía un nombre.
Le compraría todo lo que quisiera y lo pasearía por toda la ciudad.
Haría con él lo que sus
padres hicieron con ella. Se encargaría de hacerlo muy feliz.
Y con ese pensamiento, Sai
sonrió y se separó de la pared. Empezó a caminar lentamente mientras lo veía de
lejos, para luego correr, atraparlo y cargarlo, dirigiéndose a la ciudad.
- ¡Wooow! ¡Fue increíble! - Expresó
emocionado al haber llegado a la ciudad
- Pero…no gané - Dijo el niño
triste entre sus brazos. Sai sólo se rió y le dio un enorme beso en la mejilla
- ¡Claro que ganaste! Y te voy a comprar todos
los dulces que quieras, pero antes, vamos a buscar un lugar donde pasar la
noche - El niño
sonrió y la abrazó
Se dirigieron al hotel mas
grande y hermoso que vieron. Reservaron habitación y, antes de subir, pidieron
comidas deliciosas. Subieron a la enorme habitación. 000023 corrió a comer las
frescas frutas que estaban en una de las elegantes mesas de la habitación.
Sai no le dijo nada y fue a
preparar un buen baño de burbujas.
- Bebé, antes de salir debemos bañarnos. Ven,
nos bañaremos juntos - Sai lo cargó
y lo llevó a la tina. Estuvieron ahí largo rato, en el cual el niño le
preguntaba todo tipo de cosas, y Sai le respondía lo mejor que podía.
Eso mientras hacían burbujas
de colores.
Sai se aseguró de bañar muy
bien al niño y cuando salieron parecía uno completamente diferente. Le secó la
cabeza con una toalla y le puso una bata. Ella misma se acomodó su cabello en
una toalla y se puso una larga y elegante bata de baño.
Al salir del baño, Sai tomó
la horrible prenda que el niño cargaba.
- Mira mi niño, no vas a volver a usar ni esta
prenda ni nada que se le parezca en tu vida
- Le dijo Sai - Nos la
llevaremos esta noche y la aventaremos en el mar ¿De acuerdo? - El niño sonrió
- ¡Si! Pero… ¿Entonces que usaré?
- ¡Te compraré ropa, bebé! Además, deja de
preocuparte por esas cosas. Ya te dije que son cosas de gente adulta - El niño
sonrió y asintió
El carrito de la comida
llegó a la habitación y comieron todo tipo de platos deliciosos hasta que
ninguno de los dos pudo más. Se acurrucaron en el sofá y cuando Sai se vino a
dar cuenta, el niño estaba completamente dormido.
Sai le sonrió dulcemente
mientras lo acomodaba entre sus brazos y acariciaba suavemente su mojado
cabello. Imaginaba que estaba muy cansado, ¿Quien sabe todo lo que había pasado
ese día antes de que ella llegara?
Pero eso ahora era parte del
pasado. Al día siguiente irían a comprar todo tipo de cosas para el niño, ropa,
zapatos, juguetes, dulces…Y también se las ingeniaría para encontrar el otro
laboratorio y salvar a los otros dos niños…
Sai se levantó con el niño
en brazos, apagó las luces y se fue a la habitación, en la cual había una
enorme y blanda cama matrimonial. Lo acomodó en la esponjosa almohada y se
recostó abrazándolo. Los arropó a ambos y cayó rendida.
Mañana sería otro día.
………
Al día siguiente, Sai se
despertó muy temprano con el niño dormido entre sus brazos. Lo acomodó mejor y
lo abrazó más.
Que molestia. No quería
separarse de él. Quería dormir un poco más.
Pero debía marchar. No
quería que el niño viese nada de lo que haría. Debía terminar de destruir el
laboratorio y llevarse las carpetas. Debía encontrar los otros laboratorios y
rescatar a los niños que faltaban.
Con fastidio, Sai abrió los
ojos y se dispuso a levantarse pero los bracitos del niño la atraparon.
- No te vallas…- Dijo aún con
los ojos cerrados.
Sai lo abrazó y besó su
carita.
-
Tranquilo,
sólo me iré por un rato. Tengo que hacer cosas de adultos. Aun es muy temprano,
sigue durmiendo. Cuando regrese, iremos a pasear ¿vale? - Sai le daba
besos en su carita y en sus bracitos mientras le hablaba
- No…no quiero que me dejes - 000023 se
aferró mas a sus brazos y Sai no tuvo corazón para dejarlo.
Tendría que ingeniarse otra
cosa.
Los volvió a acomodar y se
dispuso a dormir otro rato pero sólo estuvo disfrutando de la calidez de la
escena mientras que el niño se despertaba. Sai insistía en que él no debía ir
con ella pero hablaría con él mas tarde, luego de desayunar.
Pidieron servicio a la
habitación y desayunaron cosas deliciosas.
Sai le mostró la televisión
y buscó un canal en donde pasasen comiquitas. Se sintió agradecida al toparse
con un canal llamado Animax, en donde pasaban anime las 24 horas. Era bueno que
se fuese acostumbrando a la animación japonesa, ya que viviría en Ciudad Tegno.
El niño se quedó maravillado
y sólo miraba la pantalla como si estuviera hipnotizado. Sai lo acompañó un
rato, acurrucada con él en el sofá mientras acariciaba sus bracitos y su cabecita.
- Bebé…- Atrajo su
atención - Ahora si debo
ir a hacer cosas de adultos, y tu no puedes venir conmigo…- La voz de Sai
era suave y calmada - No voy a
tardar mucho, lo prometo. Como máximo una hora y cuando vuelva iremos a la
ciudad a comprarte cosas ¿te parece? - 000023 no
dijo nada, sólo asintió cabizbajo.
Sai le dio un enorme beso en
la mejilla.
- Ya te he dicho que no te preocupes, amor.
Eso es de adultos - Le dijo
sonriente mientras se levantaba.
Estuvo mimándolo unos minutos
y sólo se fue cuando estuvo segura de que el niño no se sentiría inseguro.
Corrió rápido hacia el
laboratorio. Estaba justo como ella lo había dejado…Tomó las carpetas y las
sacó, acto seguido, terminó de destruirlo todo.
Pero por compromiso, sólo para
terminar lo que había empezado.
Ya no sentía impotencia, ni
rabia. El corto tiempo que había pasado con ese niño habían remediado todo eso.
Ahora se sentía tranquila, y sentía una calidez en su pecho que nunca había
sentido.
Se apresuró a demolerlo todo
y luego de sacar las carpetas, quemó los escombros.
Observó el edificio arder,
con las carpetas en las manos, hasta que las llamas cesaron y se volvió a la
ciudad casi volando. Antes de ir al hotel buscó una tiendita para niño. 000023
ni siquiera tenía un conjunto para salir con ella a pasear. Se enamoró de
tantos conjuntos hermosos, que estuvo a punto de comprarlos todos, pero la
chica que vendía la persuadió diciéndole que era mejor que trajera al niño,
para verificar que se sentiría cómodo con todo.
De todas formas, compró dos
conjuntos. Los más bonitos que vio.
Contenta, regresó al hotel.
El niño corrió y se lanzó a sus brazos al verla. Sai lo cargo contenta, tirando
las bolsas y las carpetas al piso, y lo llevó corriendo a la cama, en donde se
lanzó mientras ambos reían.
- ¿Estas listo para pasear? Te traje dos
conjuntos para que salgamos y si te gustan, iremos a la misma tienda a comprar
mas, Ahhh vi unas camisas tan bonitas. Sé que te van a gustar - Dijo Sai
entusiasmada
- ¿¡Y donde están!? - Preguntó el
niño entusiasmado.
-
Afuera,
ven - Salieron de
la habitación y el niño se puso ambos conjuntos.
Le quedaban perfectos. Y Sai
pensó que debió comprar más.
En cuanto al niño, no cabía
en su alegría. Escogió su favorito y, cuando ambos estuvieron listos, Salieron.
Pasearon por muchas calles,
comieron muchos dulces. Sai lo llevó a muchas tiendas de ropa de niño para
hacerle un buen guardarropa.
- ¿Estas seguro de que te quedan bien? ¿Te
sientes cómodo? Podemos pedir una talla más grande o más pequeña, amor - Sai estaba
inclinada viendo los bellos zapatos en los pies del niño
- Estos están bien, mamá - Dijo 000023
con naturalidad, para luego darse cuenta de lo que había dicho y sonrojarse - Ups jeje lo siento…es
que vi un anime en donde…y bueno yo…- Sai lo miró
perpleja unos segundos para luego sonreír y cubrir sus dos manitas con las
suyas.
- No te disculpes. Gracias…yo…creo que sí quiero
ser tu mamá - Le dijo
sonriente. 000023 la miró sorprendido y luego se abalanzó a sus brazos. Sai lo
abrazó y besó su cabeza.
Le parecía un poco extraña
aquella situación, porque, al fin y al cabo, ella sólo tenía 15 años. Pero sin
duda no veía a aquel niño como a un hermano, lo veía como a un hijo, y era
inmensamente feliz al saber que el niño podría verla a ella como a una madre.
Fuese como fuese, en esos
segundos que duraron abrazados, Sai decidió que adoptaría a ese niño y daría lo
mejor de ella para convertirse en una excelente madre.
Estando llenos de bolsas con
ropa y zapatos, y también muchos dulces, y ya pisando el mediodía, decidieron
volver al hotel para almorzar y dejar todas las cosas, quedarse la tarde
descansando allá y luego salir en la noche a buscar lugares entretenidos.
El niño ahora tenía tanta
ropa y zapatos que no sabía si los usaría todos antes de que ya no le quedasen.
Almorzaron en el restaurant del hotel y luego pasaron la tarde viendo anime en
Animax. Sai pensó que ya venía siendo tiempo de que le pusiera un nombre al
niño.
Su plan era dejar que sus
padres se lo pusieran pero en vista de que ella sería quien se lo quedara,
decidió que esa tarea ahora le correspondía a ella.
- Hijo, ya es hora de que te pongamos un
nombre - Le dijo acariciando
su brazo. Ambos estaban recostados en el sofá.
- ¿Y que nombre me pondrás? - Dijo el niño
mirándola curioso
- No lo sé. Nunca le he puesto un nombre a
nadie y…no soy muy buena con los nombres en general…Mmm…pero yo escogí mi
propio nombre - Recordó
Sai - Hijo, ¿Qué
nombre te gustaría? - Lo miró
sonriendo
El niño asimiló la pregunta
para, acto seguido, contestar con seguridad.
- Rurouni
- Dijo decidido
- ¿Rurouni? ¿Cómo Rurouni Kenshin de Samurai
X? - Preguntó Sai
entusiasmada
- Si, el agarra su espada, y-y entonces tiene
una equis en la cara y entonces el pelea y hace así ¡puuuu! - El niño se
levantó del sofá y empezó a imitar lo
que había visto en la mañana, como si tuviera una espada.
- Jejeje ay hijo, no imaginé que te gustaría
ese nombre. Rurouni…- Sai sonrió
pensativa - Si, creo que
es muy bonito - Sai se
levantó abrazándolo y cargándolo
Ahora si era oficial.
En la noche salieron a la
ciudad y anduvieron por parques de diversiones y por tiendas de juguetes. Ya
casi a las nueve, cuando Rurouni estaba cansado de tanto jugar, Sai lo cargó de
caballito y se encaminó al hotel.
De camino, se detuvo en un
puente que estaba encima de un enorme río. Del bolsillo de su chaqueta, sacó la
prenda que Rurouni usaba cuando estaba cautivo en el laboratorio.
La había tenido ahí todo el
día e incluso había pensado en arrojarla a las llamas cuando incendió el
edificio pero quería que Rurouni viera eso.
- Hijo, ¿Recuerdas que te dije que nos
desharíamos de esta prenda? - Rurouni la
vio y tardó en reconocerla. Ya se le había olvidado - Quiero que
seas tú quien la tire por el rio, como promesa de que siempre buscarás ser
feliz y nunca dejarás que nadie te haga daño
- Le dijo Sai seria.
Rurouni tomó la prenda con su
manita. Sai lo acercó al rio. El la soltó casi inmediatamente y ambos
observaron cómo era movida por el viento hasta caer lejos en el rio. Sai
estrujó sus manitas y se encaminaron al hotel.
Azumi Seguchi, 2017
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