Gemelos espejo
El viaje había sido una
experiencia inolvidable para los niños, en especial para Tobi. Mientras que sus
hermanos hablaban o dormían en los asientos del avión, el estaba embelesado
mirando por la ventana.
Ese bello vacío nocturno, adornado con las esponjosas
nubes, sutiles y elegantes, conformaban un paisaje demasiado hermoso, ideal
para desconectar a Tobi de todo lo demás.
Una pequeña turbulencia en
el avión despertó a Sai e inmediatamente buscó con la vista a sus hijos.
Alice
y Rurouni estaban dormidos entre sus brazos y Tobi estaba sentado en su silla,
concentrado viendo por la ventana. Sai sonrió y, estando todo en orden, cerró
los ojos para volver a dormirse.
Faltaba una hora para el
amanecer cuando el avión aterrizó en Ciudad Tegno. Sai despertó a los niños,
hasta Tobi se había quedado dormido.
Se bajaron con los demás y buscaron sus
muchas maletas. Sai pagó transporte nuevamente y decidió tomar a sus niños y
correr a casa.
Llegaron a la linda
residencia y subieron. Sai sacó las llaves de su casa, por primera vez en casi
un mes, y abrió. La casa estaba en penumbras. Encendió la luz de la sala, a la
vez que Saitama y Genos salían de la recamara en dirección a la sala (Habían
escuchado el sonar de la puerta).
- ¡Sai, hija! Que…- Saitama y
Genos se emocionaron al verla y luego se quedaron estupefactos viendo los tres
niños que estaban con ella.
- Padre, pá, los extrañé mucho…Mmm, ocurrieron
muchas cosas, ya se los contaré todo pero por ahora, les daré una noticia
maravillosa, ¡Son abuelos! - Dijo Sai
sonriente. Rurouni y Alice también les sonrieron, en cuanto a Tobi sólo miraba
el lugar, como inspeccionando.
Saitama y Genos se miraron
sin saber que responder. Hablaron un poco incómodos con Sai en frente de los
niños, en vista de eso, Sai fue a acostarlos en su habitación (Ya que habían
dormido muy intermitentemente en el avión) y salió a hablar con sus padres en
la sala, sentados todos en el sofá.
Sai les contó de principio a
fin toda su aventura y una vez había acabado, Saitama y Genos entendieron como
habían terminado las cosas. Aun así, le advirtieron que tener un hijo no era
cualquier cosa, mucho menos si se trataba de tres y teniendo ella apenas 15
años.
Sai sabía eso, pero les
explicó que ya era demasiado tarde pues ya no había fuerza en el mundo que la
hiciera separarse de sus hijos. Saitama y Genos comprendieron.
- Bueno hija…- Dijo Saitama,
cuando todo ya estaba más claro - Tu bien sabes
que nosotros apoyamos tus decisiones, y también sabemos que serás una gran
madre, pero quisiéramos preguntarte que planeas hacer con ellos, digo, este
apartamento es muy pequeño para todos y sin ser ellos tus hijos biológicos,
¿Cómo vas a registrarlos y enviarlos a la escuela?
Sai ciertamente le había
dado muchas vueltas a ese asunto.
- No voy a registrarlos y no irán a la
escuela - Dijo Sai con
los brazos cruzados - Si los llevo,
les harán muchas preguntas y al no ser ellos mis hijos, y siendo yo menor de
edad, me arriesgaría a que me los quitasen…
> Aun me queda algo de la fortuna que
obtuve con las gemas del volcán, y planeo buscar mas, hay muchas…Por lo pronto,
buscaré un lindo hotel en el cual vivir con los niños, eso mientras nuestra
casa permanente es construida, no lo sé, me gustaría vivir en un lugar en el
cual ellos sean felices y tengan mucho espacio para jugar…Contrataré un
arquitecto…
> Sai miró al vacío pensativa - En cuanto a
su educación, contrataré una institutriz y listo - Sai no tenía muy buenos recuerdos de la
escuela
Saitama y Genos escuchaban
de lejos los planes de su hija. Ya estaban más tranquilos al saber que Sai
tenía un plan, ya sólo tocaba que lo llevase a cabo y ellos la apoyarían.
Aunque Sai siempre había sido muy individualista y orgullosa, incluso necia.
Siempre quería cargar con todo el peso ella sola y cuando tomaba una decisión o se le metía algo
en la cabeza, no había fuerza en el planeta que la hiciera cambiar.
Saitama, se preguntaba si
todos esos rasgos de su personalidad, tan lejanos a Genos y a él mismo, su hija
los había heredado de ese tal Batman, acerca de quien ella les había comentado
hace rato.
- Sai, y ese tal Batman… ¿Al final no lo
viste? - Saitama sacó
a Sai de sus pensamientos
- ¿Mmm? No, al final no lo vi y dudo mucho que
lo vea alguna vez…- Genos y Saitama la vieron expectantes. Sai
sólo les sonrió - En la vida
hay que tomar decisiones, padres. Yo…ya tomé la mía…
El transporte llegó con las
maletas al apartamento. Saitama y Genos la ayudaron a meterlo todo y cuando ya
habían terminado, todos decidieron ir a dormir un rato. Saitama y Genos
volvieron a su recamara y Sai fue a su habitación, en donde estaban sus niños
dormidos.
Se recostó en una orilla de
la cama, con un brazo arriba de las cabezas de los niños y el otro sobre sus
barrigas. Escuchando sus respiraciones, se quedó dormida.
Aquel día, Saitama y Genos
le pidieron a Sai que los dejara llevar a los niños de paseo con ellos, para irlos
conociendo, y así darle tiempo a ella de arreglar sus cosas. Les hicieron un
gran festín de comida y se dirigieron a la ciudad a pasear.
Sai buscó el hotel en el
cual iban a quedarse, busco transporte para que le llevasen todo para allá,
buscó una empresa de construcción y habló con el arquitecto de esta.
El le comentó que, para lo
que ella quería, y con la fortuna que poseía, lo ideal era una gran fortaleza
de última generación, pero le advirtió que en la actualidad, no había terreno
libre en la ciudad para poder construirla, pero que él conocía a unos hermanos
ricos que tenían una isla en las afueras de la ciudad y que estaba en venta, ya
que ellos no la querían.
Sai los buscó y habló con
ellos.
Para ser una isla, los
hermanos no le pidieron mucho por ella, ya que querían deshacerse de ella a
como diera lugar.
La mudanza al hotel, los
tramites para la adquisición de la isla, las citas con la constructora, sus
padres, y lo más importante de todo, sus hijos, atenderlos, enseñarles a hablar
en japonés…Los primeros 6 meses fueron, en definitiva, los mas duros para Sai
pero luego todo cobró orden y sólo tenía que ir a supervisar la construcción de
la fortaleza de vez en cuando.
Con todos los recursos, la
construcción se estaba realizando a la capacidad máxima y la constructora le
prometió que estaría lista en, como máximo, dos años. Se trataba de una
fortaleza blanca y gris muy moderna, con tecnología de primera generación.
La constructora tenía
alianzas con otras empresas de abastecimiento del hogar, de modo que Sai sólo tenía
que aprobar y desaprobar diseños. Eso le permitía pasar todo el día con sus
niños.
Sai sabía que a ellos les
gustaría mucho la isla. Era muy bonita, a pesar de que estaba descuidada (La
constructora también se encargaría de eso).
Al final, la isla quedaría
cuidada y hermosa, como si fuera artificial. Ahí, los niños podrían pasear y
tomar aire fresco, y Tobi tendría muchos paisajes hermosos en los cuales
perderse (Desde la isla, tenían una hermosa vista de la ciudad, ya que estaba
cerca).
Y si ellos no eran amantes
de la naturaleza (Como Sai) dentro de la fortaleza sería algo completamente
diferente, muchas habitaciones abastecidas con la más alta y moderna tecnología
japonesa.
Sería perfecto.
Sai les había dicho a sus
padres que si querían conservaran el departamento, pero insistía en que debían
ir a vivir con ellos.
Genos y Saitama no estaban
muy convencidos porque se sentían muy a gusto en su departamento. Al final
decidieron que podrían quedarse en la fortaleza y en su casa por temporadas.
Casi dos años después, la
fortaleza finalmente estaba lista. La constructora, ciertamente, había hecho un
excelente trabajo. La fortaleza traía un submarino familiar y 4
mini-submarinos, además de 6 lanchas. Sai compró estas cosas pensando en sus
padres y en sus hijos cuando ya fuesen grandes.
En el sub-marino familiar
fueron a la isla. De camino, los niños pudieron observar la gran variedad de
peces y animales y plantas acuáticas. Llegaron a la isla y los niños se
enamoraron de ella, y al entrar a la fortaleza, no pudieron creer que ese sería
su casa permanente.
Por supuesto, les tomó unos
cuantos meses adaptarse pero una vez que lo hicieron, la fortaleza se
convirtió, finalmente, en un hogar.
………
Ya pasado un año, la familia
ya tenía una vida de lo más estable. La fortaleza se había adaptado a ellos.
Las habitaciones de cada
quien tenían todo lo que sus respectivos dueños querían y necesitaban, y la
fortaleza en general utilizaba lo último en tecnología para limpiarse y
mantenerse por sí sola. Incluso la cocina era automática y, con sólo
especificar lo que querías, ella te lo preparaba.
Sai, por su parte, sentía
que le habia agarrado el hilo a ser madre. No era fácil. Pero ella podía
sobrellevarlo y sus hijos nunca causaban mayores problemas. Por supuesto, eran
niños y a veces tenía que reprenderlos al ellos cometer errores.
Sai prefería regañarlos
durante un largo rato, pues pensaba que así les dejaría bien claro lo que
hicieron mal. Y recurría a los castigos cuando cometían el mismo error dos
veces.
En cuanto a su educación,
tenían a una institutriz muy estricta que se aseguraba de que ellos
comprendieran todo lo que necesitaban saber.
Por temporadas, tal y como
habían prometido, Saitama y Genos se quedaban en la fortaleza. Siempre que
ellos estaban allí, la cocina permanecía en modo manual, ya que les encantaba
hacer inmensos festines para sus nietos.
Les habían agarrado
muchísimo cariño a esos niños, y el tiempo que pasaban con ellos les recordaban
esos buenos años en los que Sai era una niña. Los consentían y los llevaban a
pasear por la isla o por la ciudad.
También les encantaba pasar
tiempo de caridad con su hija, ya que sus hijos actualmente exprimían todo su
tiempo, cuando, años atrás, los tres solían ser muy unidos.
Esto les dolía un poco pero
nada comparado con la felicidad y el orgullo que sentían al ver que Sai había
logrado todos sus planes y se había convertido en una estupenda madre.
Pero en busca de hacer mas
tiempo con su hija, la convencieron de ir luchar con Saitama, en alguna ciudad
inhabitada, durante las horas que los niños veían clases con la institutriz.
Sai aceptó entusiasmada ya que su última batalla había sido con la fatídica
Dra. Mildred.
Las batallas entre Saitama y
Sai eran casi interminables, pues su fuerza era aproximadamente la misma y si
alguno perdía, era por alguna distracción, por cansancio o porque, simple y
llanamente, querían dejar ganar al otro.
Y para ellos era, además de
entretenido, un buen rato de padre e hija.
Saitama y Genos se habían
retirado de su vida de héroes al adoptar a Sai. Lo mismo que hizo Sai al
adoptar a los niños. Y ahora, 14 años después, y en vista de que su trabajo
criando a Sai ya había terminado, decidieron volver a patrullar en las
temporadas que pasaban solos en su departamento.
Era agradable volver a
luchar pero la pareja descubrió que en su ausencia, la Ciudad S había empeorado
drásticamente en cuanto a cantidad de monstruos y atrocidades, hasta el punto
en que Saitama decidió destruir la ciudad.
Pero Genos lo persuadió de
que no lo hiciera ya que sus sensores le decían que había personas inocentes en
el lugar. De modo que decidieron hacer una larga y trabajosa fumigación.
En el transcurso,
ciertamente encontraron algunas personas comunes que habían sido capturadas por
los males que arrasaban la ciudad, pero mas que nada habían encontrado
monstruos, uno tras otro.
La fumigación duró días y en
uno de los muchos laboratorios secretos que había, encontraron cautivos a unos
gemelos muy peculiares.
Se trataba de un niño y una niña,
aunque no se notaba la diferencia, pues ambos parecían niñas (Genos y Saitama
lo creyeron así).
Estaban tomados de las manos.
Sus ojos eran como mares en movimiento, entre morados y azules y sus cabellos
eran grisáceos y rizados.
Cuando Saitama y Genos los
vieron, creyeron estar viendo muñecas de porcelana vivas.
Los sacaron del laboratorio
y, al igual que a los otros niños y personas en general que encontraron, a
todos los dirigieron a otra ciudad en la cual la policía haría el resto.
Al atardecer, todos ellos se
encontraban caminando a las afueras de la ciudad, pero los gemelos no seguían
al resto. Sólo los seguían a ellos y los miraban fijamente, sin ninguna
expresión en sus rostros, y sin soltarse de las manos.
Las batas blancas, con las
que estaban vestidos, bailaban con el viento, al igual que sus rizados
cabellos.
Genos y Saitama se miraron y
luego Saitama se acercó a ellos.
- Vayan con ellos - Les dijo
señalando a los demás cautivos que marchaban juntos hacia la otra ciudad
Los niños sólo lo miraban
sin moverse ni decir nada. Saitama se rascó la cabeza.
“¿Será que no me entienden?”
- Genos, ¿Será que estas niñas no hablan en
japonés? - Se dirigió a
su esposo
- No lo sé, pero deberían. Por su anatomía
deben tener 4 o 5 años. Encontramos niños mas jóvenes que ya pueden hablar - La pareja los
miró confundidos
Saitama-chibi se acercó a su
esposo.
- Vámonos
- Le susurró y acto seguido, ambos empezaron a
alejarse disimuladamente.
Pero en ves de alejarse de
los niños, se alejaron del otro. Al notar eso, Genos y Saitama se acercaron de
nuevo, confusos.
- ¿Qué fue eso, Genos? Te dije que nos
alejáramos de ellas, no que nos dividiéramos
- Le susurró Saitama
- Lo sé, yo entendí, pero por alguna razón mi
cuerpo se alejó de usted - Le respondió
Genos, igual en susurros
- El mío también…- La pareja se
volteó lenta y nerviosamente a los niños
Ambos sospechaban que los
niños eran los autores de aquello.
Los gemelos no se habían
movido ni un centímetro y los seguían mirando fijamente.
- Analízalos a ver si puedes conseguir
algo - Le susurró
Saitama
-
Eso
intento pero…- Genos los
miró concentrado - no siento
nada que…- Algo mas
grande captó sus sensores - ¡Sensei, un
monstruo! - Segundos
después un inmenso monstruo rastrero salió de la tierra.
Justo detrás de los niños.
Los niños se voltearon tranquilamente
hacia el monstruo, sin ninguna expresión y sin soltarse de las manos.
El monstruo se preparó para
atacarlos. Saitama se apresuró a rescatarlos pero cuando el monstruo abalanzó
su puntiaguda cabeza para matarlos, se detuvo en seco y acto seguido, se atacó
a el mismo con la cabeza.
Matándose.
El matrimonio se quedó
estupefacto al ver aquello.
- Sensei, creo que ya entiendo…- Expresó
Genos - No se cómo,
pero creo que ellos rebotan las intenciones de las personas. Por eso nos
alejamos entre nosotros en vez de alejarnos de ellos. Cualquier cosa que
quieras hacerles, te la harás a ti mismo, ellos reflejan tus acciones.
- Son como espejos…- concluyó
Saitama sin parar de mirarlos - ¿Y entonces,
por qué nos siguen?
- Mmm, no creo que eso tenga algo que ver con
sus poderes, sensei -
Saitama los miró por unos
segundos y decidió que si no puedes contra ellos…
- ¿Qué es lo que quieren? - Les preguntó
a los niños, los cuales no respondieron nada
- ¿Quieren quedarse aquí? - El niño negó
con la cabeza, la niña se quedó estática
- ¿Quieren venir con nosotros? - El niño
asintió con la cabeza y sonrió levemente. La niña siguió estática - ¿Quieren ir
con ellos? - Saitama
señaló a la dirección por la cual las otras personas cautivas se habían ido.
Ambos negaron con la cabeza.
- Bueno sensei, al menos ya sabemos que nos
entienden - El niño les
sonreía amablemente mientras que la niña ponía cara de pocos amigos
- Si pero…- Saitama agarró a Genos y lo alejó un poco - Genos,
honestamente no quiero llevármelos - Le
susurró - Los años con
Sai fueron buenísimos pero no quiero más hijos…uno tiene que superar etapas…un
momento… ¡Eso es! ¡Sai! - Exclamó
Saitama feliz
- ¿Q-que pasa con Sai? - Preguntó
Genos confuso
- ¿No lo entiendes? Ella está criando niños.
Tres, Cinco… ¿Cuál es la diferencia? ¡Llevémoselos! - Dijo Saitama
contento
- Sensei, no creo que sea correcto que le
llevemos hijos a Sai así como así. No sabemos cómo reaccionará y los niños no
son cualquier cosa…
- Bueno, que decida cuando los vea. Ya es toda
una mujer - Saitama vio a
los niños decidido - Por lo
pronto, démonos prisa y salgamos de aquí. Ya oscureció.
En efecto, ya era de noche.
No hubo nada que Genos
pudiera decirle a Saitama para hacerlo cambiar de idea y al final se llevaron a
los niños en dirección a la fortaleza de su hija.
………
En la fortaleza de Sai, todo
estaba tranquilo. Sai estaba en una de las salas, recostada en un sofá inmersa
en su tabla (teléfono). Tobi estaba cerca de ella, tirado en el piso armando
una gran estructura con sus legos.
Alice estaba en su
habitación, con la música a todo volumen, probándose todos los disfraces que
conseguía e interpretando sus personalidades correspondientes. Finalmente,
Rurouni estaba en su habitación viendo anime mientras comía papitas.
Todo estaba en calma hasta
que un estruendoso sonido azotó la isla. Sai abrió los ojos sorprendida,
dejando caer su tabla en el sofá. Tobi se levantó y se acercó a ella.
- ¡Niños!
- No hacía falta que Sai los llamara pues
Alice y Rurouni ya estaban dirigiéndose a la sala.
Cuando llegaron, ambos se
abalanzaron a Sai.
- ¿Qué fue eso, mamá? - Preguntó
Alice angustiada, acurrucándose en los brazos de Sai.
Sai los acarició a todos.
- No se preocupen, mamá está aquí, además…- Sonó el
timbre y Sai estuvo casi segura de quien era
- Debe ser su abuelo que no quiso venir
navegando otra vez…- Dijo Sai
resignada - Quédense aquí…- Sai colocó a
los niños en el sofá y se dirigió a la entrada principal
El timbre volvió a sonar con
insistencia.
- ¡Ya voy! Assh, ahora si me van a escuchar… - Sai abrió la
puerta rápidamente - Papá, te he
dicho que hagas el favor de utilizar las lanchas o los submarinos, asustas a
los niños y….- Sai dijo eso tan rápido que no se dio cuenta
de los gemelos.
Los miró sorprendida.
- ¿Y estas preciosas criaturitas? - Sai les
sonrió mientras se agachaba y agarraba sus manitas.
El niño correspondió el
agarre, sonriendo amablemente, la niña sólo la miraba desconfiada.
- ¿Te gustan? ¡Que bien! Son tuyas - Dijo Saitama
sonriente.
Sai abrió los ojos
sorprendida.
- ¿Mías? - Preguntó Sai
shockeada. Se incorporó y lo miró acusadora colocando las manos en su cintura - Explícate
Saitama le resumió la
situación y Sai miró a los niños y luego volvió a ver a sus padres.
Suspiró resignada.
- Bueno, por lo pronto, vamos adentro - Sai tomó a
los gemelos de las manitas y los adentró a la sala principal.
Los cargó, los sentó en el
sofá, se agachó en frente de ellos y tomó nuevamente sus manitas - Bueno niños,
mi nombre es Sai, es un gusto conocerlos
- Sai les sonrió y el niño le
correspondió
> ¿Tienen nombre? - Ambos negaron
con la cabeza - ¿No pueden
hablar? - Volvieron a
negar - ¡¿No pueden
hablar?! - Repitió Sai
sorprendida, los niños volvieron a negar con la cabeza
> Mmm, bueno…ya veremos que podemos hacer…- Sai les
sonrió - Y…¿les
gustaría quedarse aquí? - El niño
asintió y Sai le acarició la mejilla
Se dirigió a la niña
- ¿Y tu…- Le acarició
su cabello haciendo que la niña la viera a los ojos. Sai le sonrió - te gustaría
quedarte aquí? - La niña se
sonrojo y miró a otra parte.
Asintió levemente.
Sai los abrazó a ambos y los
cargó. Alice y Rurouni bajaron a la sala contentos, había estado espiando todo
el tiempo. Llegaron a la sala y se abalanzaron a Sai, abrazándola a ella y a
sus nuevos hermanos. Tobi bajó las escaleras pacientemente.
Sai estuvo girando con ellos
en la sala y luego los bajó. Tobi se acercó a ellos. Alice y Rurouni se abrazaban
con el niño, emocionados.
La niña y Tobi se miraron
fijamente como inspeccionándose y pasados unos segundos, Tobi le sonrió y le
extendió su mano. La niña miró su mano dudosa pero luego colocó su manita
encima y la estrecharon.
Los otros tres niños
vinieron y abrazaron a Tobi y a la niña.
Saitama, Genos y Sai miraron
la escena tranquilos.
- Bueno, como es ya tradición, niños. Ahora
toca un buen baño familiar mientras esperamos la comida, ¿Les parece? - Dijo Sai con
las manos en su cintura
- ¡Si!
- Dijeron Alice, Rurouni y el niño
- Y mientras tanto ustedes me van a aclarar un
par de cosas - Les dijo Sai
a sus padres.
- Ehhh, hablando de eso. Nosotros ya nos vamos
jeje ya es tarde - Dijo Saitama
mientras trataba de irse junto a Genos
- ¡Nada de eso! - Dijo Sai
agarrándolos a los dos
Todos se dirigieron al
cuarto de Saunas de la fortaleza y se metieron en el más grande.
Saitama y Genos no dieron
crédito a lo que vieron cuando el niño se desnudo en el cuarto de saunas.
Creían que ambos gemelos eran niñas.
Sai y sus padres, mas
relajados con el agua caliente en sus cuerpos, empezaron a hablar, mientras que
los niños se bañaban y se divertían. Tobi y la niña estaban cada uno en su
mundo, con los ojos cerrados, relajándose. Alice, Rurouni y el niño estaba
chapoteándose y jugando.
Saitama y Genos le contaron
toda la historia a Sai de principio a fin y Sai, al final, comprendió.
- Bueno, si así fueron las cosas, está
bien - Concluyó al
final cerrando los ojos y relajándose - No se
preocupen, me encargaré de ellos - Decidió,
aliviando a sus padres.
Luego de aquel baño, Sai fue
a vestirlos.
Sai le pidió a Rurouni y a
Alice que les prestaran ropa a sus nuevos hermanos, para que tuvieran que
ponerse hasta el día siguiente, cuando fueran a la ciudad a comprar.
Todos cenaron un gran festín
en familia.
Saitama y Genos, estando
todo arreglado, volvieron a su casa. Sai les dijo que se quedaran pero ellos
querían volver a su departamento.
Los niños, Alice, Rurouni y
Tobi, tenían sus respectivas habitaciones pero ninguno dormía en ellas. Todos
dormían con Sai y por eso Sai tenía una inmensa y blanda cama. Todos se
acurrucaron y vieron El viaje de Chihiro.
Sai pensó que la niña, al
ser ella tan aislada, no querría dormir con ellos, pero terminó acurrucándose
con todos y viendo la película hasta quedarse dormida. Ya habiéndose dormido
todos, Sai los acomodó, los arropó y los mimó un rato.
A Sai le costaba creer
aquella situación, en un momento tenía tres hijos y a la hora tenía cinco…Era
una locura. Pero viendo a sus nuevos niños, Sai entendió que era una locura
maravillosa.
Así de repentino habia
pasado con sus otros tres hijos.
Y sabía que sólo era
cuestión de tiempo para que todos se acostumbrasen de nuevo.
Azumi Seguchi, 2017
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