Experimentos - Capitulo 4


Gemelos espejo



El viaje había sido una experiencia inolvidable para los niños, en especial para Tobi. Mientras que sus hermanos hablaban o dormían en los asientos del avión, el estaba embelesado mirando por la ventana. 

Ese bello vacío nocturno, adornado con las esponjosas nubes, sutiles y elegantes, conformaban un paisaje demasiado hermoso, ideal para desconectar a Tobi de todo lo demás.

Una pequeña turbulencia en el avión despertó a Sai e inmediatamente buscó con la vista a sus hijos. 

Alice y Rurouni estaban dormidos entre sus brazos y Tobi estaba sentado en su silla, concentrado viendo por la ventana. Sai sonrió y, estando todo en orden, cerró los ojos para volver a dormirse.

Faltaba una hora para el amanecer cuando el avión aterrizó en Ciudad Tegno. Sai despertó a los niños, hasta Tobi se había quedado dormido. 

Se bajaron con los demás y buscaron sus muchas maletas. Sai pagó transporte nuevamente y decidió tomar a sus niños y correr a casa.

Llegaron a la linda residencia y subieron. Sai sacó las llaves de su casa, por primera vez en casi un mes, y abrió. La casa estaba en penumbras. Encendió la luz de la sala, a la vez que Saitama y Genos salían de la recamara en dirección a la sala (Habían escuchado el sonar de la puerta).

 - ¡Sai, hija! Que…-   Saitama y Genos se emocionaron al verla y luego se quedaron estupefactos viendo los tres niños que estaban con ella.

 - Padre, pá, los extrañé mucho…Mmm, ocurrieron muchas cosas, ya se los contaré todo pero por ahora, les daré una noticia maravillosa, ¡Son abuelos!   -   Dijo Sai sonriente. Rurouni y Alice también les sonrieron, en cuanto a Tobi sólo miraba el lugar, como inspeccionando.

Saitama y Genos se miraron sin saber que responder. Hablaron un poco incómodos con Sai en frente de los niños, en vista de eso, Sai fue a acostarlos en su habitación (Ya que habían dormido muy intermitentemente en el avión) y salió a hablar con sus padres en la sala, sentados todos en el sofá.

Sai les contó de principio a fin toda su aventura y una vez había acabado, Saitama y Genos entendieron como habían terminado las cosas. Aun así, le advirtieron que tener un hijo no era cualquier cosa, mucho menos si se trataba de tres y teniendo ella apenas 15 años.

Sai sabía eso, pero les explicó que ya era demasiado tarde pues ya no había fuerza en el mundo que la hiciera separarse de sus hijos. Saitama y Genos comprendieron.

 - Bueno hija…-   Dijo Saitama, cuando todo ya estaba más claro   -   Tu bien sabes que nosotros apoyamos tus decisiones, y también sabemos que serás una gran madre, pero quisiéramos preguntarte que planeas hacer con ellos, digo, este apartamento es muy pequeño para todos y sin ser ellos tus hijos biológicos, ¿Cómo vas a registrarlos y enviarlos a la escuela?

Sai ciertamente le había dado muchas vueltas a ese asunto.

 - No voy a registrarlos y no irán a la escuela   -   Dijo Sai con los brazos cruzados   -   Si los llevo, les harán muchas preguntas y al no ser ellos mis hijos, y siendo yo menor de edad, me arriesgaría a que me los quitasen…

 > Aun me queda algo de la fortuna que obtuve con las gemas del volcán, y planeo buscar mas, hay muchas…Por lo pronto, buscaré un lindo hotel en el cual vivir con los niños, eso mientras nuestra casa permanente es construida, no lo sé, me gustaría vivir en un lugar en el cual ellos sean felices y tengan mucho espacio para jugar…Contrataré un arquitecto…

 > Sai miró al vacío pensativa   -   En cuanto a su educación, contrataré una institutriz y listo   -   Sai no tenía muy buenos recuerdos de la escuela  

Saitama y Genos escuchaban de lejos los planes de su hija. Ya estaban más tranquilos al saber que Sai tenía un plan, ya sólo tocaba que lo llevase a cabo y ellos la apoyarían. Aunque Sai siempre había sido muy individualista y orgullosa, incluso necia. Siempre quería cargar con todo el peso ella sola y  cuando tomaba una decisión o se le metía algo en la cabeza, no había fuerza en el planeta que la hiciera cambiar.

Saitama, se preguntaba si todos esos rasgos de su personalidad, tan lejanos a Genos y a él mismo, su hija los había heredado de ese tal Batman, acerca de quien ella les había comentado hace rato.

 - Sai, y ese tal Batman… ¿Al final no lo viste?   -   Saitama sacó a Sai de sus pensamientos

 - ¿Mmm? No, al final no lo vi y dudo mucho que lo vea alguna vez…-   Genos y Saitama la vieron expectantes. Sai sólo les sonrió   -   En la vida hay que tomar decisiones, padres. Yo…ya tomé la mía…

El transporte llegó con las maletas al apartamento. Saitama y Genos la ayudaron a meterlo todo y cuando ya habían terminado, todos decidieron ir a dormir un rato. Saitama y Genos volvieron a su recamara y Sai fue a su habitación, en donde estaban sus niños dormidos.

Se recostó en una orilla de la cama, con un brazo arriba de las cabezas de los niños y el otro sobre sus barrigas. Escuchando sus respiraciones, se quedó dormida.

Aquel día, Saitama y Genos le pidieron a Sai que los dejara llevar a los niños de paseo con ellos, para irlos conociendo, y así darle tiempo a ella de arreglar sus cosas. Les hicieron un gran festín de comida y se dirigieron a la ciudad a pasear.

Sai buscó el hotel en el cual iban a quedarse, busco transporte para que le llevasen todo para allá, buscó una empresa de construcción y habló con el arquitecto de esta.

El le comentó que, para lo que ella quería, y con la fortuna que poseía, lo ideal era una gran fortaleza de última generación, pero le advirtió que en la actualidad, no había terreno libre en la ciudad para poder construirla, pero que él conocía a unos hermanos ricos que tenían una isla en las afueras de la ciudad y que estaba en venta, ya que ellos no la querían.

Sai los buscó y habló con ellos.

Para ser una isla, los hermanos no le pidieron mucho por ella, ya que querían deshacerse de ella a como diera lugar.

La mudanza al hotel, los tramites para la adquisición de la isla, las citas con la constructora, sus padres, y lo más importante de todo, sus hijos, atenderlos, enseñarles a hablar en japonés…Los primeros 6 meses fueron, en definitiva, los mas duros para Sai pero luego todo cobró orden y sólo tenía que ir a supervisar la construcción de la fortaleza de vez en cuando.

Con todos los recursos, la construcción se estaba realizando a la capacidad máxima y la constructora le prometió que estaría lista en, como máximo, dos años. Se trataba de una fortaleza blanca y gris muy moderna, con tecnología de primera generación.

La constructora tenía alianzas con otras empresas de abastecimiento del hogar, de modo que Sai sólo tenía que aprobar y desaprobar diseños. Eso le permitía pasar todo el día con sus niños.

Sai sabía que a ellos les gustaría mucho la isla. Era muy bonita, a pesar de que estaba descuidada (La constructora también se encargaría de eso).

Al final, la isla quedaría cuidada y hermosa, como si fuera artificial. Ahí, los niños podrían pasear y tomar aire fresco, y Tobi tendría muchos paisajes hermosos en los cuales perderse (Desde la isla, tenían una hermosa vista de la ciudad, ya que estaba cerca).

Y si ellos no eran amantes de la naturaleza (Como Sai) dentro de la fortaleza sería algo completamente diferente, muchas habitaciones abastecidas con la más alta y moderna tecnología japonesa.

Sería perfecto.

Sai les había dicho a sus padres que si querían conservaran el departamento, pero insistía en que debían ir a vivir con ellos.

Genos y Saitama no estaban muy convencidos porque se sentían muy a gusto en su departamento. Al final decidieron que podrían quedarse en la fortaleza y en su casa por temporadas.

Casi dos años después, la fortaleza finalmente estaba lista. La constructora, ciertamente, había hecho un excelente trabajo. La fortaleza traía un submarino familiar y 4 mini-submarinos, además de 6 lanchas. Sai compró estas cosas pensando en sus padres y en sus hijos cuando ya fuesen grandes.

En el sub-marino familiar fueron a la isla. De camino, los niños pudieron observar la gran variedad de peces y animales y plantas acuáticas. Llegaron a la isla y los niños se enamoraron de ella, y al entrar a la fortaleza, no pudieron creer que ese sería su casa permanente.

Por supuesto, les tomó unos cuantos meses adaptarse pero una vez que lo hicieron, la fortaleza se convirtió, finalmente, en un hogar.

………

Ya pasado un año, la familia ya tenía una vida de lo más estable. La fortaleza se había adaptado a ellos.

Las habitaciones de cada quien tenían todo lo que sus respectivos dueños querían y necesitaban, y la fortaleza en general utilizaba lo último en tecnología para limpiarse y mantenerse por sí sola. Incluso la cocina era automática y, con sólo especificar lo que querías, ella te lo preparaba.

Sai, por su parte, sentía que le habia agarrado el hilo a ser madre. No era fácil. Pero ella podía sobrellevarlo y sus hijos nunca causaban mayores problemas. Por supuesto, eran niños y a veces tenía que reprenderlos al ellos cometer errores.

Sai prefería regañarlos durante un largo rato, pues pensaba que así les dejaría bien claro lo que hicieron mal. Y recurría a los castigos cuando cometían el mismo error dos veces.

En cuanto a su educación, tenían a una institutriz muy estricta que se aseguraba de que ellos comprendieran todo lo que necesitaban saber.

Por temporadas, tal y como habían prometido, Saitama y Genos se quedaban en la fortaleza. Siempre que ellos estaban allí, la cocina permanecía en modo manual, ya que les encantaba hacer inmensos festines para sus nietos.

Les habían agarrado muchísimo cariño a esos niños, y el tiempo que pasaban con ellos les recordaban esos buenos años en los que Sai era una niña. Los consentían y los llevaban a pasear por la isla o por la ciudad.

También les encantaba pasar tiempo de caridad con su hija, ya que sus hijos actualmente exprimían todo su tiempo, cuando, años atrás, los tres solían ser muy unidos.

Esto les dolía un poco pero nada comparado con la felicidad y el orgullo que sentían al ver que Sai había logrado todos sus planes y se había convertido en una estupenda madre.

Pero en busca de hacer mas tiempo con su hija, la convencieron de ir luchar con Saitama, en alguna ciudad inhabitada, durante las horas que los niños veían clases con la institutriz. Sai aceptó entusiasmada ya que su última batalla había sido con la fatídica Dra. Mildred.

Las batallas entre Saitama y Sai eran casi interminables, pues su fuerza era aproximadamente la misma y si alguno perdía, era por alguna distracción, por cansancio o porque, simple y llanamente, querían dejar ganar al otro.
Y para ellos era, además de entretenido, un buen rato de padre e hija.

Saitama y Genos se habían retirado de su vida de héroes al adoptar a Sai. Lo mismo que hizo Sai al adoptar a los niños. Y ahora, 14 años después, y en vista de que su trabajo criando a Sai ya había terminado, decidieron volver a patrullar en las temporadas que pasaban solos en su departamento.

Era agradable volver a luchar pero la pareja descubrió que en su ausencia, la Ciudad S había empeorado drásticamente en cuanto a cantidad de monstruos y atrocidades, hasta el punto en que Saitama decidió destruir la ciudad.

Pero Genos lo persuadió de que no lo hiciera ya que sus sensores le decían que había personas inocentes en el lugar. De modo que decidieron hacer una larga y trabajosa fumigación.

En el transcurso, ciertamente encontraron algunas personas comunes que habían sido capturadas por los males que arrasaban la ciudad, pero mas que nada habían encontrado monstruos, uno tras otro.

La fumigación duró días y en uno de los muchos laboratorios secretos que había, encontraron cautivos a unos gemelos muy peculiares.

Se trataba de un niño y una niña, aunque no se notaba la diferencia, pues ambos parecían niñas (Genos y Saitama lo creyeron así).

Estaban tomados de las manos. Sus ojos eran como mares en movimiento, entre morados y azules y sus cabellos eran grisáceos y rizados.

Cuando Saitama y Genos los vieron, creyeron estar viendo muñecas de porcelana vivas.

Los sacaron del laboratorio y, al igual que a los otros niños y personas en general que encontraron, a todos los dirigieron a otra ciudad en la cual la policía haría el resto.

Al atardecer, todos ellos se encontraban caminando a las afueras de la ciudad, pero los gemelos no seguían al resto. Sólo los seguían a ellos y los miraban fijamente, sin ninguna expresión en sus rostros, y sin soltarse de las manos.

Las batas blancas, con las que estaban vestidos, bailaban con el viento, al igual que sus rizados cabellos.

Genos y Saitama se miraron y luego Saitama se acercó a ellos.

 - Vayan con ellos   -   Les dijo señalando a los demás cautivos que marchaban juntos hacia la otra ciudad

Los niños sólo lo miraban sin moverse ni decir nada. Saitama se rascó la cabeza.

“¿Será que no me entienden?”

 - Genos, ¿Será que estas niñas no hablan en japonés?   -   Se dirigió a su esposo

 - No lo sé, pero deberían. Por su anatomía deben tener 4 o 5 años. Encontramos niños mas jóvenes que ya pueden hablar   -   La pareja los miró confundidos

Saitama-chibi se acercó a su esposo.

 - Vámonos   -   Le susurró y acto seguido, ambos empezaron a alejarse disimuladamente.

Pero en ves de alejarse de los niños, se alejaron del otro. Al notar eso, Genos y Saitama se acercaron de nuevo, confusos.

 - ¿Qué fue eso, Genos? Te dije que nos alejáramos de ellas, no que nos dividiéramos   -   Le susurró Saitama

 - Lo sé, yo entendí, pero por alguna razón mi cuerpo se alejó de usted   -   Le respondió Genos, igual en susurros

 - El mío también…-   La pareja se volteó lenta y nerviosamente a los niños

Ambos sospechaban que los niños eran los autores de aquello.

Los gemelos no se habían movido ni un centímetro y los seguían mirando fijamente.

 - Analízalos a ver si puedes conseguir algo   -   Le susurró Saitama
-      Eso intento pero…-   Genos los miró concentrado   -   no siento nada que…-   Algo mas grande captó sus sensores   -   ¡Sensei, un monstruo!   -   Segundos después un inmenso monstruo rastrero salió de la tierra.

Justo detrás de los niños.

Los niños se voltearon tranquilamente hacia el monstruo, sin ninguna expresión y sin soltarse de las manos.

El monstruo se preparó para atacarlos. Saitama se apresuró a rescatarlos pero cuando el monstruo abalanzó su puntiaguda cabeza para matarlos, se detuvo en seco y acto seguido, se atacó a el mismo con la cabeza.

Matándose.

El matrimonio se quedó estupefacto al ver aquello.

 - Sensei, creo que ya entiendo…-   Expresó Genos   -   No se cómo, pero creo que ellos rebotan las intenciones de las personas. Por eso nos alejamos entre nosotros en vez de alejarnos de ellos. Cualquier cosa que quieras hacerles, te la harás a ti mismo, ellos reflejan tus acciones.

 - Son como espejos…-   concluyó Saitama sin parar de mirarlos   -   ¿Y entonces, por qué nos siguen?

 - Mmm, no creo que eso tenga algo que ver con sus poderes, sensei   -  

Saitama los miró por unos segundos y decidió que si no puedes contra ellos…

 - ¿Qué es lo que quieren?   -   Les preguntó a los niños, los cuales no respondieron nada   -   ¿Quieren quedarse aquí?   -   El niño negó con la cabeza, la niña se quedó estática   -   ¿Quieren venir con nosotros?   -   El niño asintió con la cabeza y sonrió levemente. La niña siguió estática   -   ¿Quieren ir con ellos?   -   Saitama señaló a la dirección por la cual las otras personas cautivas se habían ido.

Ambos negaron con la cabeza.

 - Bueno sensei, al menos ya sabemos que nos entienden   -   El niño les sonreía amablemente mientras que la niña ponía cara de pocos amigos

 - Si pero…-   Saitama agarró a Genos y lo alejó un poco   -   Genos, honestamente no quiero llevármelos   -   Le susurró   -   Los años con Sai fueron buenísimos pero no quiero más hijos…uno tiene que superar etapas…un momento… ¡Eso es! ¡Sai!   -   Exclamó Saitama feliz

 - ¿Q-que pasa con Sai?   -   Preguntó Genos confuso

 - ¿No lo entiendes? Ella está criando niños. Tres, Cinco… ¿Cuál es la diferencia? ¡Llevémoselos!   -   Dijo Saitama contento

 - Sensei, no creo que sea correcto que le llevemos hijos a Sai así como así. No sabemos cómo reaccionará y los niños no son cualquier cosa…

 - Bueno, que decida cuando los vea. Ya es toda una mujer   -   Saitama vio a los niños decidido   -   Por lo pronto, démonos prisa y salgamos de aquí. Ya oscureció.

En efecto, ya era de noche.

No hubo nada que Genos pudiera decirle a Saitama para hacerlo cambiar de idea y al final se llevaron a los niños en dirección a la fortaleza de su hija.

………

En la fortaleza de Sai, todo estaba tranquilo. Sai estaba en una de las salas, recostada en un sofá inmersa en su tabla (teléfono). Tobi estaba cerca de ella, tirado en el piso armando una gran estructura con sus legos.

Alice estaba en su habitación, con la música a todo volumen, probándose todos los disfraces que conseguía e interpretando sus personalidades correspondientes. Finalmente, Rurouni estaba en su habitación viendo anime mientras comía papitas.

Todo estaba en calma hasta que un estruendoso sonido azotó la isla. Sai abrió los ojos sorprendida, dejando caer su tabla en el sofá. Tobi se levantó y se acercó a ella.

 - ¡Niños!   -   No hacía falta que Sai los llamara pues Alice y Rurouni ya estaban dirigiéndose a la sala.

Cuando llegaron, ambos se abalanzaron a Sai.

 - ¿Qué fue eso, mamá?   -   Preguntó Alice angustiada, acurrucándose en los brazos de Sai.

Sai los acarició a todos.

 - No se preocupen, mamá está aquí, además…-   Sonó el timbre y Sai estuvo casi segura de quien era   -   Debe ser su abuelo que no quiso venir navegando otra vez…-   Dijo Sai resignada   -   Quédense aquí…-   Sai colocó a los niños en el sofá y se dirigió a la entrada principal

El timbre volvió a sonar con insistencia.

 - ¡Ya voy! Assh, ahora si me van a escuchar…   -   Sai abrió la puerta rápidamente   -   Papá, te he dicho que hagas el favor de utilizar las lanchas o los submarinos, asustas a los niños y….-   Sai dijo eso tan rápido que no se dio cuenta de los gemelos.

Los miró sorprendida.

 - ¿Y estas preciosas criaturitas?   -   Sai les sonrió mientras se agachaba y agarraba sus manitas.

El niño correspondió el agarre, sonriendo amablemente, la niña sólo la miraba desconfiada.

 - ¿Te gustan? ¡Que bien! Son tuyas   -   Dijo Saitama sonriente.

Sai abrió los ojos sorprendida.

 - ¿Mías?  -   Preguntó Sai shockeada. Se incorporó y lo miró acusadora colocando las  manos en su cintura   -   Explícate

Saitama le resumió la situación y Sai miró a los niños y luego volvió a ver a sus padres.

Suspiró resignada.

 - Bueno, por lo pronto, vamos adentro   -   Sai tomó a los gemelos de las manitas y los adentró a la sala principal.
Los cargó, los sentó en el sofá, se agachó en frente de ellos y tomó nuevamente sus manitas   -   Bueno niños, mi nombre es Sai, es un gusto conocerlos   -   Sai les sonrió y el niño le correspondió  

 > ¿Tienen nombre?   -   Ambos negaron con la cabeza   -   ¿No pueden hablar?   -   Volvieron a negar   -   ¡¿No pueden hablar?!   -   Repitió Sai sorprendida, los niños volvieron a negar con la cabeza  

 > Mmm, bueno…ya veremos que podemos hacer…-   Sai les sonrió   -   Y…¿les gustaría quedarse aquí?   -   El niño asintió y Sai le acarició la mejilla

Se dirigió a la niña

 - ¿Y tu…-   Le acarició su cabello haciendo que la niña la viera a los ojos. Sai le sonrió   -   te gustaría quedarte aquí?   -   La niña se sonrojo y miró a otra parte.

Asintió levemente.

Sai los abrazó a ambos y los cargó. Alice y Rurouni bajaron a la sala contentos, había estado espiando todo el tiempo. Llegaron a la sala y se abalanzaron a Sai, abrazándola a ella y a sus nuevos hermanos. Tobi bajó las escaleras pacientemente.

Sai estuvo girando con ellos en la sala y luego los bajó. Tobi se acercó a ellos. Alice y Rurouni se abrazaban con el niño, emocionados.

La niña y Tobi se miraron fijamente como inspeccionándose y pasados unos segundos, Tobi le sonrió y le extendió su mano. La niña miró su mano dudosa pero luego colocó su manita encima y la estrecharon.

Los otros tres niños vinieron y abrazaron a Tobi y a la niña.

Saitama, Genos y Sai miraron la escena tranquilos.

 - Bueno, como es ya tradición, niños. Ahora toca un buen baño familiar mientras esperamos la comida, ¿Les parece?   -   Dijo Sai con las manos en su cintura

 - ¡Si!   -   Dijeron Alice, Rurouni y el niño

 - Y mientras tanto ustedes me van a aclarar un par de cosas   -   Les dijo Sai a sus padres.

 - Ehhh, hablando de eso. Nosotros ya nos vamos jeje ya es tarde   -   Dijo Saitama mientras trataba de irse junto a Genos

 - ¡Nada de eso!   -   Dijo Sai agarrándolos a los dos

Todos se dirigieron al cuarto de Saunas de la fortaleza y se metieron en el más grande.

Saitama y Genos no dieron crédito a lo que vieron cuando el niño se desnudo en el cuarto de saunas. Creían que ambos gemelos eran niñas.

Sai y sus padres, mas relajados con el agua caliente en sus cuerpos, empezaron a hablar, mientras que los niños se bañaban y se divertían. Tobi y la niña estaban cada uno en su mundo, con los ojos cerrados, relajándose. Alice, Rurouni y el niño estaba chapoteándose y jugando.

Saitama y Genos le contaron toda la historia a Sai de principio a fin y Sai, al final, comprendió.

 - Bueno, si así fueron las cosas, está bien   -   Concluyó al final cerrando los ojos y relajándose   -   No se preocupen, me encargaré de ellos   -   Decidió, aliviando a sus padres.

Luego de aquel baño, Sai fue a vestirlos.

Sai le pidió a Rurouni y a Alice que les prestaran ropa a sus nuevos hermanos, para que tuvieran que ponerse hasta el día siguiente, cuando fueran a la ciudad a comprar.

Todos cenaron un gran festín en familia.

Saitama y Genos, estando todo arreglado, volvieron a su casa. Sai les dijo que se quedaran pero ellos querían volver a su departamento.

Los niños, Alice, Rurouni y Tobi, tenían sus respectivas habitaciones pero ninguno dormía en ellas. Todos dormían con Sai y por eso Sai tenía una inmensa y blanda cama. Todos se acurrucaron y vieron El viaje de Chihiro.

Sai pensó que la niña, al ser ella tan aislada, no querría dormir con ellos, pero terminó acurrucándose con todos y viendo la película hasta quedarse dormida. Ya habiéndose dormido todos, Sai los acomodó, los arropó y los mimó un rato.

A Sai le costaba creer aquella situación, en un momento tenía tres hijos y a la hora tenía cinco…Era una locura. Pero viendo a sus nuevos niños, Sai entendió que era una locura maravillosa.

Así de repentino habia pasado con sus otros tres hijos.

Y sabía que sólo era cuestión de tiempo para que todos se acostumbrasen de nuevo.

Azumi Seguchi, 2017



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