Historias de amor en tiempos de guerra - Extra 2

Extra 2 - Igoryok y Lan Xiang (Parte 1)

Pasado del pasado 2

Año 901 después de la desaparición de las mujeres (treinta y siete años antes de los acontecimientos del presente)

Al inicio del noveno siglo, el lejano país de Ai se dividía en más de veinte sectas. Estas sectas luchaban para sobresalir en la cultivación y posicionarse por encima de las otras.

No había una secta líder, por ende, todos hacían "lo que querían" en sus territorios.

Pero a pesar de que no había una secta que dominara a las otras, si había unas pocas que resaltaban por su antigüedad y cultivo, una de ellas, sin duda, era la secta Gusulan.

La secta Gusulan era muy prestigiosa, y conocida por criar hermosos matrices. Por esa razón, en aquel entonces, los hermanos que más llamaban la atención eran los hermanos Gusulan: Lan Qiren (el menor) y Lan Xiang (el mayor).

La historia dice que la guerra que marcó a Ai para siempre, la conocida "Guerra de las mil calderas", comenzó en el año 902, cuando doce sectas decidieron enfrentarse a muerte, sin importar qué.

Sin embargo, Lan Qiren, quien en la actualidad (año 938) es el único que sabe la historia completa tras "las mil calderas", considera que el desarrollo y desenlace de aquella guerra dio inicio ese año, en el 901, en los torneos de primavera de la montaña del norte, cuando su hermano mayor, Lan Xiang, se acercó elegantemente a la orilla del rio a meditar y sintió una intensa mirada sobre él.

Por instinto, Lan Xiang, quien en aquel momento tenía quince años, abrió los ojos y los dirigió al otro lado del rio, encontrándose con los ojos más extraños que había visto en su vida.

Lan Xiang no se fijó en su extraña ropa, que constaba de un pantalón café, unas botas de cuero y una sucia camisa de mangas; ni tampoco se fijó en su rubio cabello que llegaba un poco más abajo que sus hombros; ni tampoco en su altura (Media casi dos metros), ni en la extraña arma metálica que llevaba en su mano derecha.

Sólo se fijó en sus extraños ojos

Eran dorados...no, eran azules...no, eran cómo cristalizados...

Talvez eran todo lo anterior dicho, y lo cierto era que, tratando de descifrarlo, Lan Xiang no percibió en ese momento, lo que estaba detrás de aquellos ojos, que lo miraban como si estuvieran mirando un cofre lleno de oro, o un hermoso espejismo.

Lan Xiang, al ser guapo y al ser matriz, estaba acostumbrado a la atención de los hombres ordinarios y de otros matrices. Sin embargo, Lan Xiang jamás había despertado en ninguno de ellos lo que había despertado en el sujeto del otro lado del rio.

Era un incontrolable anhelo cargado de locura, lo cual no era sólo una forma de hablar, puesto que Igoryok, el extranjero de ojos extraños o el hacedor de las calderas (como eran sus apodos, ya que su nombre resultaba extraño en Ai) había desarrollado una desviación mental desde que cruzó sólo el furioso y encantado mar que dividía el continente (su tierra natal) y Ai.

.........

Si bien Lan Xiang no se percató en su primer encuentro, no pasó mucho para lo notara, pues Igoryok se había dedicado a demostrárselo.

Lan Xiang siempre sentía aquella mirada encima de él, y cuando buscaba al autor, lo encontraba, y lo miraba disgustado para avergonzarlo, pero era inútil, pues el extranjero de los ojos extraños, ni siquiera pestañaba en respuesta y no hacía ningún ademan de mirar a otro lado.

Las primeras veces, Igoryok lo miraba desde lejos, sin embargo, como agarrando confianza, cada vez se acercaba más, e incluso, Lan Xiang lo descubrió siguiéndolo en varias ocasiones.

Una vez se acercó demasiado, al punto de que Lan Xiang sintió que quería agarrarlo, pero Lan Xiang era un cultivador poderoso y preparado, en cambio, Igoryok no era ni siquiera un cultivador.

Con su energía espiritual, Lan Xiang ordenó a su espada ir directo al cuello de Igoryok.

- Deja de seguirme y deja de mirarme de esa forma. No soy una presa, ¿Cómo te atreves?

El acoso no era lo que más le horrorizaba a Lan Xiang, lo que lo enfermaba era saber de quién provenía.

Los cultivadores matrices eran los hombres más cotizados y siempre, sin excepción, tenían posición por encima de los demás aunque no pertenecieran a una secta privilegiada; y si pertenecían a una, pues no podían estar más alto.

Ese era el caso de Lan Xiang.

Sin embargo, si Lan Xiang estaba en la cima, Igoryok estaba en el fondo.

Era extranjero, era ordinario, no era cultivador y ni siquiera tenía un solo centavo cuando llegó a Ai. Además, muchos sabían que estaba loco.

La razón por la cual Igoryok estaba en aquel prestigioso lugar colmado de cultivadores era que era muy bueno fundiendo los más pesados materiales y creando con ellos armas y artefactos de indiscutible calidad.

Llevaba ya unos cuantos años creando las espadas más finas para las sectas cultivadoras.

Pero además de eso, también tenía un segundo trabajo, que era un secreto a voces; y es que, aun sin ser cultivador, Igoryok se las ingeniaba para ser un mercenario nato. Sus clientes, quienes le pagaban sumas para que matase a sus enemigos sin dejar rastro de ellos, no sabían si Igoryok había nacido con un don creativo para matar, o simplemente había forjado ese arte a raíz de su locura.

Talvez ambos.

El punto es que contratarlo era sinónimo de deshacerse del enemigo dictado, pues Igoryok nunca había fallado en su labor.

Con estos oficios, especialmente el de mercenario, Igoryok se había hecho rápidamente de una pequeña fortuna, que nadie sabía en donde guardaba o para qué quería pues nunca la había gastado.

Igoryok siempre utilizaba los mismos cinco conjuntos que se trajo del continente, comía lo que fuera y dormía en muy humildes posadas.

Todo esto, Lan Xiang lo había escuchado cuando preguntó la identidad de aquel hombre que no paraba de mirarlo y lo único que podía sentir por él era repulsión, y esta no disminuyó al ver que Igoryok, aun con la espada apuntándole al cuello, no mostraba ni una pizca de miedo.

Solo lo seguía mirando de la misma forma de siempre.

- Si sigues acechándome, no dudaré en atacarte

La espada se retiró y Lan Xiang se giró y se alejó de Igoryok, muy pendiente de que no lo estuviera siguiendo.

Igoryok ni se movió ni dijo una palabra, sin embargo su mirada cambió tras escuchar la voz de Lan Xiang.

Sólo un poco.

.........

Los torneos de primavera terminaron y todos los cultivadores regresaron a sus sectas. Desde aquel incidente, Igoryok no lo había seguido y Lan Xiang no había vuelto a verlo, pero aun sentía su mirada.

No sabía si eran ideas suyas o Igoryok lo estaba observando desde algún escondite.

No tenía pruebas, ni tampoco quería caer en la paranoia, asi que Lan Xiang decidió serenarse y volver tranquilo a casa.

Estando allí, trató de olvidar a aquel hombre extranjero, pero a veces, cuando se acercaba a las afueras de la secta, sentía su mirada nuevamente. Lan Xiang decidió no darle vueltas, pues temía estarse volviendo loco.

Meses después, Lan Xiang decidió que había tomado la decisión correcta, pues ya no sentía aquella mirada, por lo que ciertamente debió ser su imaginación, pero por algún motivo aquel hombre no desaparecía de su mente.

Cada día pensaba menos en él pero no había día que su imagen no acaparase su mente por lo menos una vez. Ni siquiera cuando su mente, al igual que la de todos en la secta, estaba sumida en los acontecimientos del país.

Sí, porque todos sospechaban que se avecinaba una gran guerra, ya que varias sectas se habían enemistado a muerte y ya había habido varios ataques entre ellas. Las sectas de Ai ya habían empezado a escoger bandos.

La secta Gusulan trataba de mantenerse al margen por el mayor tiempo posible, pero sabían que si desataba una guerra, tarde o temprano esta llegaría a ellos.

Ai no era un país demasiado grande.

.........

Como dándole la razón a todos los que presintieron que una guerra venia en camino, la "Guerra de las mil calderas" dio inicio; Aunque en un principio, se le llamó la "Guerra de las doce sectas", pues fueron doce las sectas que se proclamaron en guerra a muerte.

El nombre cambió poco después, pues esta guerra, a diferencia de las otras que se habían llevado a cabo en Ai, no era solo de cultivadores contra otros cultivadores. Uno de los bandos de la guerra tenían un arma particular: Igoryok.

Aquel loco experto en matar había cambiado las reglas del juego, pues él solo, sin ser descubierto, se las ingeniaba para encender en fuego a los sectores enemigos, pero no con cualquier fuego, era un fuego completamente dorado, al que llamaron "fuego dorado" o "fuego de oro".

Un fuego que nacía de un líquido dorado y espeso, que Igoryok elaborada en negras y pesadas calderas negras, y distribuía alrededor o debajo de las sectas.

Nadie sabía cómo Igoryok lograba encender el fuego y escapar a tiempo, pero eso era lo que hacía y luego de que lo hiciese en varias ocasiones, la paranoia de los bandos enemigos fue evidente.

El bando en el que Igoryok estaba, no podía estar más satisfecho. Sin embargo, el que no se veía satisfecho era Igoryok, quien por la noche llegó a la casa de la secta para la cual estaba laborando a reclamar su pago.

Si, porque para Igoryok todo aquello era un trabajo, a él no podía importarle menos aquella guerra y los que la conformaban. En su cabeza, sólo había espacio para una sola persona.

- ¿Qué ha pasado con mi boda? ¿Cuándo me casaré con Lan Xiang?

Los presentes disimularon su burla.

Ciertamente, Igoryok había aceptado echarles una mano en aquella guerra, con la condición de desposar a Lan Xiang. Todos aceptaron la condición, estando completamente seguros de que jamás la cumplirían.

"Se tenía que estar endemoniadamente loco para creer ser capaz de desposar a Lan Xiang, matriz proveniente de una de las más prestigiosas sectas"

Estando Igoryok ausente, los miembros de aquella secta se habían burlado sin reparo de él.

Lo veían como un niño queriendo recibir un dragón para su cumpleaños. No le prestaban mucha atención, y hasta les parecía gracioso.

Acordaron que le seguirían la corriente hasta ganar la guerra, y en su debido momento, simplemente lo matarían.

- Mi estimado – Nadie en la secta lo llamaba por su nombre, pues decían que era muy difícil de pronunciar (ni siquiera lo intentaban) – Ya hemos enviado una carta dorada al líder de la secta Lan. Estamos esperando su respuesta.

- Ya ha pasado mucho tiempo, ya deberían haber respondido. Envíen a alguien a hablar directamente.

Los presentes aguantaron la risa.

- Debe comprender, mi estimado, que seguramente Lan Xiang recibe propuestas de matrimonio todos los días. No es tan fácil que acepten, pero le aseguro que lo conseguiremos.

- ...

- Talvez cuando la guerra termine, y todo esto se calme, estarán mucho más dispuestos a aceptar. Al convertirnos en la secta victoriosa, y usted siendo nuestro fiel aliado, estoy seguro de que Lan Xiang no podrá resistirse.

Uno de los discípulos, tapándose la boca con las manos, casi deja escapar una carcajada. Para aquella secta, las aspiraciones de Igoryok eran más graciosas que ver a un vago haciendo el ridículo por unas monedas.

Sin embargo, aquella secta no consideró que había una gran diferencia entre estar loco y ser estúpido. Ellos pensaron que ambos casos describían a Igoryok, pero no podían estar más equivocados.

Igoryok nunca había olvidado sus habilidades y seguía teniendo una mente astuta y colmada de genuina inteligencia.

Igoryok sólo mostraba su locura al momento de actuar. No media acciones, y solía distorsionar toda la realidad a su conveniencia. Haciendo ver cosas complejas como una simple y sencilla tarea, sin nunca reparar en consecuencias pues estas no existían en su mundo imaginario.

Eso precisamente era lo que lo había convertido en un hombre peligroso: sin conciencia, no hay miedo.

- Entiendo - Igoryok agachó la cabeza

El líder de aquella secta sonrió y acto seguido, Igoryok salió por donde había entrado, aun cabizbajo.

Otra cosa de Igoryok, que los de aquella secta no conocían, era que no era (y nunca había sido) un hombre paciente.

En cuanto salió de la secta, Igoryok levantó la cabeza, mostrándole al bosque nocturno una macabra y retorcida sonrisa.

.........

Toda Ai se quedó sin aliento con las nuevas noticias acerca de Igoryok.

Resulta que la noche después de su conversación con la secta para la que trabajaba, toda esta había sido calcinada con fuego de oro. La gente no podía creer el cambio de los hechos y tampoco podían creer lo idiotas que habían sido los de la ya difunta secta.

Teniendo a Igoryok de arma y conociendo sus tácticas, debieron haber tomado las debidas precauciones en caso de que el extranjero se tornara en su contra.

La verdad es que si lo habían hecho.

Habían colocado diversos protectores en toda la secta que les advirtieran a tiempo de un ataque de Igoryok, por esa razón, se sentían tan seguros.

Sin embargo, por alguna misteriosa razón, ningún protector había funcionado, Igoryok había burlado todas las previsiones y se había adentrado en la secta sin que nadie se diera cuenta.

Como un fantasma.

Aquello había terminado de aterrorizar a los cultivadores de toda Ai. Incluso pusieron precio por la cabeza del extranjero, pero todos los hombres (no cultivadores, en su mayoría) que habían ido a matarlo, habían aparecido asesinados días después.

Finalmente, luego de algunos días, Igoryok decidió que no tenía más remedio que buscar a otra secta cultivadora, en vista de que la primera no le sirvió, esperando que el final de aquellos desdichados fuera suficiente para que no trataran de engañarlo nuevamente.

Su opción fue la secta Meishan.

Una noche se adentró en la secta, apareciendo en el estudio del líder, sin hacer ruido y en silencio, como si no hubiese ningún tipo de seguridad en la secta (si la había), o como si él fuera un mero fantasma (no lo era).

Le causó al líder el peor susto de su vida.

Sin embargo, a Igoryok no pudo importarle menos y expuso su propuesta (la misma que le había hecho a la secta que redujo a cenizas) sin preámbulos (no le gustaban las burocracias).

El líder de la secta Meishan entendió tres cosas esa noche:

La primera, le convenía tenerlo de su lado, y no en su contra. Si no aceptaba, el buscaría una secta enemiga y se aliaria con ella, cosa que no podía permitir.

La segunda, sabiendo lo que les habían pasado a esos pobres desgraciados que intentaron engañarlo, él no podía hacer lo mismo.

La tercera, tenerlo de aliado era sinónimo de ganar la guerra.

De modo que, aceptando su alianza y con nerviosa amabilidad, el líder Meishan le explicó que lo que pedía no era algo muy fácil de conseguir, ya que los Gusulan no tenían por costumbre casarse por conveniencia (de hecho, muchas veces incluso no se casaban) y por otra parte, desde la fundación de la secta, los Gusulan en su totalidad, todos habían sido matrices, porque nunca se les permitía casarse con hombres ordinarios.

No obstante, cuando vio que Igoryok se estaba desesperando, añadió que todo aquello no significaba que no estuviese dispuesto a lograr desposarlo con Lan Xiang, pero que simplemente no les sería tan sencillo y querían contar con su apoyo.

- ¿Qué podría yo hacer? Los matrimonios se piden a través de las sectas.

- Si nos vamos por los canales regulares, Iga Riok...

- Igoryok

- Le pido disculpas, me cuesta aprendérmelo. Como decía, si seguimos los canales regulares, no lo vamos a lograr.

- Pero él me ama

El líder Meishan lo miró perplejo.

- ¿Disculpe?

- El me ama y quiere casarse conmigo, solo que no se lo permiten y además, él está enojado conmigo por no haberle obsequiado un presente a su hermano en su cumpleaños.

En ese momento, el líder Meishan entendió a lo que se referían los rumores que afirmaban que Igoryok estaba mal de la cabeza.

Igoryok solía inventarse y creerse situaciones ficticias que lo hicieran sentir mejor que las verdaderas. Esto empezó a hacerlo en el medio del mar que divide a Ai y el continente, cuando sentía desesperación, el hambre era voraz y el agua salada le daba alucinaciones, aprendió a convencerse a sí mismo de una situación diferente.

Sentía hambre porque había trabajado mucho en la herrería de su pueblo natal, y se sentía mareado porque acababa de tomar mucho ron. Pero pronto estaría en casa, comiendo conejo asado.

Convenciéndose de que las cosas eran asi, se dejaba llevar por las violentas corrientes. Sus situaciones inventadas cada vez parecían más reales, y con su mente en un mundo imaginario, logró llegar vivo a Ai.

Aquello era exactamente lo que estaba haciendo en ese momento. Pensar que Lan Xiang no lo amaba y que su matrimonio era imposible, no lo hacía feliz, asi que creó una situación diferente, que creía en su totalidad.

El líder Meishan, a diferencia del líder de la secta anterior, no vio nada divertido aquello. Sin embargo, decidió seguirle la corriente sin engañarlo.

- Entonces, si él está enojado con usted, no hablará con sus padres para convencerlos y ellos no quieren que ustedes se casen. Por eso le digo que no podemos seguir los canales regulares...Lo que se me ocurre es que, más que una simple propuesta matrimonial, podríamos ponérselos como condición

- ¿Condición?

- Si, como una especie de alianza. Para que no salgan heridos en la guerra – el líder de la secta pensó muy bien que decir – No sería una amenaza, sería una muestra de afecto. Les diremos que usted quiere protegerlos como regalo de bodas para su futuro esposo, y que a usted le preocupa mucho el bienestar de su futura familia política. Lan Xiang estará tan contento ante este detalle que lo perdonará y convencerá a sus padres.

Igoryok pensó un poco. El líder de la secta Meishan lo miró con detenimiento.

- Mmm...muy bien.

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